SOMBRAS DE HIERRO A LA LUZ DE LA LUNA en BD (Conan le cimmérien, vol. 6)

Se trata de uno de los relatos menores de Conan (y, aún así, mejor que la mayoría de muchos autores), que sigue el conocido cliché de chica hermosa, desvalida y ligera de ropa, ciudad de entorno asfixiante y peligroso, y amenaza terrorífica sobrenatural, que tanto le sirvió a Howard para llegar al público. Sin embargo, es pura aventura y acción bien construida. También una de las sorpresas agradables de esta colección de Glénat, una adaptación excelente de Virginie Agustín, desconocida por mí hasta ahora, que encara el relato como autora completa, a cargo del guion, ilustraciones y color.

A finales de 1932, tras publicar El Coloso Negro (que, además de insinuaciones veladas o desnudos, finaliza con una escena de sexo sobre el altar de Thugra Khotan) y haber obtenido su primera portada en Weird Tales, Howard confirma que la introducción de elementos sexuales en sus relatos no perjudica sino ayuda a su publicación, y decide explotar este tema en los tres siguientes. El primero será Sombras de Hierro en la Luna, una historia de transición entre sus correrías como pícaro y ladrón en diversos reinos hiborios y su primera estancia en los reinos orientales de Turán e Hyrkania, como capitán de piratas del Vilayet (aunque, tradicionalmente, haya sido situado en una época posterior de su vida [1]).

Sea cual sea la cronología elegida, Conan se enrola como mercenario en las Compañías Libres durante una campaña en Koth, que, tras firmarse la paz y quedar sin trabajo, se dedican al pillaje y saqueo de caravanas en la frontera de Turán. Los hyrcanios los llaman kozaki. El reyYildiz envía un ejército de 15.000 hombres al mando del Sha Amurath, gobernador de Akif, que los detruye y sólo el cimmerio consigue escapar, escondido en el río Ilbars. Allí, por una feliz coincidencia, encuentra y masacra al gobernador en presencia de Olivia, una esclava que ha escapado de su harén. El relato contempla este encuentro, la huida de Conan y Olivia a una isla deshabitada en el mar Vilayet donde les aguardan todo tipo de peligros: el sobrenatural de unas extrañas estatuas de hierro, el animal de un gigantesco hombre-mono gris devorador de hombres y el de unos piratas de la Hermandad Roja, a los que finalmente se une y convierte en su capitán.

Pero, más que Conan, la verdadera protagonista del relato es Olivia, noble hija del rey de Ofir, vendida como esclava por negarse a ser la esposa de un príncipe de Koth («y os llaman bárbaros a vosotros, Conan de Cimmeria»). Howard decide adoptar un punto de vista femenino (no tanto feminista) para narrar la historia y mostrarnos los hechos, sus sensaciones y sentimientos ante la aventura y peligros que afronta. Y su evolución personal.

Porque si el cimmerio cambia de actitud durante el relato, y pasa de un perfil salvaje, furioso y acorralado, que obtiene justa venganza en la carnicería sangrienta que practica sobre el sádico Sha que orquestó la masacre de sus compañeros y, al terminar regresa a su estado habitual de bárbaro decidido, ingenioso y autosuficiente, Olivia, más que cambio experimenta una evolución completa de personalidad y carácter, desde la resignación y sumisión inicial a la aceptación, madurez, y reafirmación final de sí misma y sus circunstancias.

Ella es -sí- la típica princesita del cuento, desvalida y en peligro, que teme al kozaki por su salvajismo, pero menos que a Sha Amurath, el látigo o las vejaciones, por lo que supera el miedo que le produce y le pide huir con él, un proscrito, un paria… Ahí demuestra una personalidad que ya mostró en su negativa a aceptar la vida de sumisión que otros habían decidido por ella (y que, en parte, recuerda a Agnés de Chastillon, personaje que Howard concibió meses antes); una personalidad que se refuerza en la soledad de la isla, cuando encara el terror que la abruma, abandona la pasividad y libera a Conan de los piratas, un bárbaro, un salvaje, pero que la ha tratado mejor que ningún hombre antes. Al final, elige quedarse a su lado, por más que suponga aceptar una vida incierta como reina del mar azul, ensangrentado por el saqueo y el pillaje.

Una percepción que Virgine Agustin [2] -mujer- recoge en este cómic con maestría. Al igual que reproduce, con silencios, el ambiente opresivo y la malignidad del templo o las estatuas de hierro, la belleza de los paisajes en grandes planchas de vegetación y colores lujuriosos, o el detalle de miradas cómplices que intercambian los personajes. Pocas veces he encontrado tanta descripción mediante viñetas mudas, sin texto, o intercalando planos cambiantes.

El suyo no es un dibujo perfecto, sino efectivo; sus rostros -a veces caricaturas- transmiten emociones, sentimientos; sus cuerpos no sigue el canon pero no desentonan, impactan. Su Conan, de rasgos brutos y fieros, es un bárbaro real, salvaje y poco civilizado; Olivia una cortesana delicada, indefensa, temerosa o decidida cuando encarta; su Sergius de Krosha un ser gigantesco, deforme y, sin embargo, cuadra; las estatuas de hierro son gárgolas infernales que incitan pavor… Y su adaptación, muy digna, fiel al texto original, que respeta e interpreta pero no reescribe (como Howard merece).

¿Y qué es todo eso, en definitiva, sino buen cómic…?

NOTAS

[1] — De forma tradicional, esta historia ha sido situada más adelante en la cronología del cimmerio, cuando tiene sobre 30 años y tras los sucesos de La Reina de la Costa Negra. Así lo hicieron tanto Miller y Clark, como Sprague de Camp, Robert Jordan o Joe Marek. Sin embargo, en 2003, un detallado estudio de Dale Rippke en las páginas de «Rehupa» lo resitúa tiempo atrás, sobre los 21-22 años del personaje, antes de sus aventuras con Bêlit. El motivo lo justifica y razona con hechos entresacados de los textos del autor tejano, sin la influencia o modificación posterior de otros: De un lado, la destreza con el arco que el cimmerio demuestra en alta mar, entre vaivenes de las olas, durante el primer ataque de los corsarios negros, que él mismo explica aprendió durante su estancia en Hyrkania. De otro, sus pertrechos de guerra y capa roja de mercenario en esa y otras aventuras, de los que carece aquí. Pero, sobre todo, porque si ocurre poco después de los tres años que pasa en el mar junto a Bêlit, con la marcada huella que debió dejarle, ¿por qué no se encuentra ésta entre sus recuerdos?. Y, en especial, porque los hechos de «Sombras de hierro…» transcurren durante el reinado de Yildiz en Turán, cuyo relevo debió suceder en algún momento entre «La Reina…» y El Diablo de Hierro, donde ya gobierna Yezdigerdz. En fin, matices e interpretaciones varias. Pero yo, tras las manipulaciones interesadas de Sprague de Camp, me quedo con la cronología más moderna, justificada y aceptada hoy, de Dale Rippke (que es también la que siguieron Kurt Busiek y Timothy Truman en la serie de Dark Horse).

[2] — Virgine Agustin proviene del mundo de la animación, habiendo colaborado con los estudios Disney Tarzán» y «Hércules») o televisión France3 y en la película «Corto Maltes, la corte secreta de los arcanos«. Después pasó al cómic (bande dessinée). En España, según Tebeosfera, tiene publicadas la serie «Alim, el curtidor» (Norma, 2005), «Whaligoë» (Yermo, 2014) y «Las cuarenta elefantas» (Yermo, integral, 2019). Y yo sin disfrutarla…

LA CIUDADELA ESCARLATA en BD (Conan le cimmérien, vol. 5)

Es, posiblemente (a mi entender), el más flojo de los 10 primeros volúmenes de la nueva adaptación al cómic (bande desinée) que está realizando Glénat sobre el personaje creado por Robert E. Howard. Debajo justifico el por qué lo digo.

Se trata del cuarto relato del personaje que escribió Robert E. Howard, si bien sería el segundo publicado (Weird tales, enero de 1933) tras El Fénix en la Espada, su primera historia (La hija del Gigante Helado y El Dios en el Cuenco fueron rechazados por Farnsworth Wright). Y, cómo el anterior, transcurre durante el periodo de madurez de Conan, cuando ya es rey de Aquilonia.

Ambas historias contienen puntos en común más allá de la amenaza/conspiración hacia el reino o su persona, que si en el primer relato proviene de un acto interno, ejecutado por súbditos disconformes que procuran derrocarlo, en el presente llega del exterior, por las pretensiones expansionistas de sus vecinos, los reyes Almarus de Ofir y Strabonus de Koth y el malvado brujo Tsotha Lanti, que lo capturan con una celada y preparan su abdicación a favor de un sátrapa de sangre real, Arpello de Pellia, por supuesto a su servicio.

La trama muestra la traición y captura de Conan, su huida accidentada de las oscuras mazmorras de la Ciudadela Escarlata, su encuentro con Pelias, hechicero prisionero y enemigo del anterior, que le facilita un regreso rápido a Aquilonia, a tiempo de detener las tropelías del usurpador, recuperar el trono, reunir al pueblo y los barones hasta conseguir la derrota del ejército invasor. Se ve claro que Howard, tras el rechazo previo de dos relatos de juventud del cimmerio (alguno muy bueno, aunque delicado en su motivación), decide regresar a un entorno de confort como el ya obtenido, aunque más elaborado:

En ambos relatos aparecen brujos que conspiran contra el rey, seres monstruosos invocados desde otro plano dimensional y fuerzas sobrenaturales -más hechicería- que apoyan la causa del rey bárbaro. Sin embargo, mientras en el primero utiliza para configurar Aquilonia un entorno medieval incipiente, poco diferenciado de una Antiguedad tardía y casi tribal, en el segundo incorpora de pleno un sistema de Medievo avanzado, con un feudalismo fuerte, barones enfrentados y gremios de comerciantes; y un pueblo veleta, ciudadanos y campesinos, que aspira a un líder natural, fuerte y consistente, sea éste cual sea. Por otro lado, en La Ciudadela Escarlata, además incorporar descripciones épicas de batallas grandiosas, tan propias del autor, Conan recuerda diversos roles de su pasado antes de ser rey que presagian historias futuras; también, un carcelero lo reconoce como «Amra«, el león, un pirata que asolaba tiempo atrás las costas de Kush (aún no se menciona a Bêlit, La reina de la Costa Negra y principal atractivo del que será su siguiente relato).

El problema de esta adaptación al cómic es que ignora el recurso infalible de Howard para entremezclar diferentes culturas y periodos de la historia, para infundir en el lector visiones claras del entorno sin recurrir a mayores explicaciones; y Le Roux lo interpreta de forma demasiado literal. Gráficamente, con un dibujo muy correcto y sin alaracas, su interpretación de Aquilonia (calles, adornos, armaduras, murallas, uniformes o vestimentas) nos sitúa en un entorno en exceso adelantado, cercano a la Guerra de los Cien Años, que desentona y a mí, personalmente, me saca de situación. Sin embargo, sus páginas de batallas, sin llegar a brillantes, están bien construidas y dotadas de cierta épica efectista. Étienne Le Roux («La memoria en los bolsillos», «14-18», ambas en Norma Editorial) es un buen dibujante que igual admira a los maestros franco-belgas que ilustra como Bernie Wrigtson; aquí utiliza un estilo realista intermedio que no está nada mal, aunque hubiese preferido un homenaje a Wrightson… En todo caso, me gusta su Conan de barba regia y constitución natural, diferente al que estamos acostumbrados.

Es en el guion adaptado de Luc Brunschwig donde encuentro más problemas. La historia comienza en Tamar, con la noticia de la derrota de Conan, comunicada por Flavio, el juglar del rey (¿?) (que cabalga a lomos de un oso…¿?), y desencadena los acontecimientos que suceden en Aquilonia en paralelo a los hechos que vive el cimmerio en la planicie de Shamu y la frontera de Ofir. No está mal como recurso (por más que Howard los trate con rapidez, al final, y aquí cobran relevancia y destacan en exceso la figura del títere Arpello, figura gris en el original). Pero excluye y obvia otros personajes de vital importancia como el Conde Trocero de Poitain o el canciller Publio, a quienes ni nombra o los cita con nombres cambiados, como los barones Pomero de Shamar o Enaro de Sica (¿?) y deja como principal valedor de Conan en la ciudad al juglar Flavio…

No contento con ello, sustituye la enorme serpiente Satha, «la vieja» (imagen icónica donde las haya, tras la genial ilustración de Frazetta) por un gran sapo repugnante, que debió entender más terrorífico… Todo ello me lleva a pensar que Brunschwig desconoce al autor, el personaje y su entorno, o –lo que es peor, teniendo tan cerca a Patrice Louinet-, decide pasar de él y reescribir la historia a su criterio, creyendo ser más interesante que el propio autor (el gran pecado de más de un guionista y director «genial»…).

Y es una lástima, porque el resto de la historia, la principal, no está mal adaptada.

Para colmo, el ensayo de Patrice Louinet, co-director de la colección y uno de los mayores entendidos del mundo en R.E. Howard, dentro de su maestría habitual, no me ha parecido de las mejores, lo que contribuye a una menor puntuación general.

Por todo ello, esta adaptación de La Ciudadela Escarlata al cómic se convierte en la más floja de cuantas realiza Glénat y, posiblemente, de cuantas se hicieron antes (por Marvel y Dark Horse), lejos del respecto y fidelidad al original que demostraron Roy Thomas y Timothy Truman en su día. Puestos a comparar, de ellas, y aunque venero la interpretación realizada por Frank Brunner, que me impactó en su día (aunque, vista hoy, quede algo constreñida y confusa en 40 páginas), prefiero sin duda la de Dark Horse y el dibujo impresionante de Tomás Giorello (mucho más libre y grandioso, en una auténtica novela gráfica de casi 100 páginas).

Como digo, una verdadera lástima, pues si hasta ahora la edición de Glénat (escribo tras leer sus 10 primeros títulos) alcanza un notable alto, incluso el sobresaliente, este volumen se queda sólo en suficiente; el único por el momento.

Para otros comentarios sobre La Ciudadela Escarlata (Dark Horse) en este blog,

clica aquí, o sobre la imagen

Dibujo de Tomás Giorello, para la versión de Dark Horse

VILLANOS EN LA CASA, en BD (Conan le cimmérien, vol.10)

Nos encontramos ante una excelente adaptación al cómic de «Villanos en la casa», de Robert E. Howard, realizada por Patrice Louinet con dibujos de Paolo Martinello, como nº 10 de la colección «Conan le Cimmérien» de Ediciones Glénat.

(Todas las imágenes se amplían al hacer clik sobre ellas. Recomiendo hacerlo, para contemplar la espectacularidad de algunas escenas.)

La historia (curiosamente titulada en francés «La casa de los tres bandidos» [Conan, Murillo y Nabónidus]), una de las últimas del primer ciclo del personaje (publicada en enero de 1934), contiene interesantes peculiaridades o cambios respecto a las precedentes:

De un lado, la casi nula presencia femenina entre sus páginas (el ajuste de cuentas con la novieta de turno es testimonial) lo que le priva -de nuevo- de la portada en Weird Tales, pese a ser uno de los personajes mejor valorados por los lectores. De otro, y sobre todo, destaca la introducción de la tecnología y la ciencia para justificar lo sobrenatural: el Sacerdote Rojo, un poderoso villano que despierta el terror de sus conciudadanos como hechicero, resulta ser un científico avanzado a su tiempo que, frente a la magia, utiliza elementos tecnológicos y ardides psicológicos para obtener sus fines corruptos, y habla sin tapujos de «evolución natural». Howard recoge, sin duda, el enfrentamiento candente en la época (y que aún mantienen algunos) entre evolucionistas y creacionistas y toma partido, mostrando claras sus preferencias.

Pero revela también su desprecio por la política (en este caso local), en la que sitúa por igual a sacerdotes y aristócratas, ambos ávidos de poder, y la concibe como un defecto inherente a la civilización. Aún no utiliza el conocido discurso de enfrentamiento con la barbarie (entendida como elemento natural, no sujeta a leyes opresoras) que expondrá un año después en Más allá del río Negro. Pero Patrice Louinet sí lo hace, poniendo en sus labio la frase «Por lo que se ve, es ilegal matar a un jodido sacerdote, aunque sea el peor de los bandidos», anticipo quizás del desconcierto que siente ante el juez unos meses más tarde, en La Reina de la Costa Negra, para justificar sus actos transgresores como ladrón o asesino («el más honesto de los tres villanos» en palabras de Murillo).

El relato (Howard confiesa por carta a Clark Ashton Smith que se escribió solo, de un tirón y apenas sin corregir) transcurre intramuros, dentro de la ciudad, la cárcel o la mansión del sacerdote rojo, lejos de los espacios abiertos que contemplan grandes batallas. Howard nos introduce en el ambiente ominoso de las cloacas (incluidas las políticas), pasillos amenazadores y habitaciones llenas de trampas; un interiorismo que propicia la reflexión y que prevalezcan los personajes. El autor prefiere la narrativa a los diálogos, y ello propicia una adaptación al cómic en grandes grandes planchas que enlazan viñetas sin texto, ilustraciones plenas de pequeños detalles y un sin fin de personajes de adorno, planos que cambian de enfoque y secuencias bien dirigidas, que consiguen el equilibrio perfecto en una narración secuencial de lujo.

Howard inicia el relato con la historia ya planteada, el cimmerio en la cárcel y, después, con una concisión precisa, propia de un maestro, traza y nos explica en sólo unos párrafos lo sucedido (la ejecución del compañero y su venganza sobre el sacerdote de Anu que los traicionó). En el cómic, la historia se comprende mejor si se cuenta en secuencia, desde su inicio (1). Los autores se permiten utilizar 16 páginas (europeas, grandes planchas) para narrarla; y funciona muy bien. Nos encontramos ante una gran versión, una adaptación que respeta el original y demuestra que se puede ser creativo sin cambiar ni reescribir lo que ha contado el autor.

Me gusta que Patrice Luinet opte por la opción propuesta por Dale Ripke en su cronología «Tormenta Oscura»(2) y que el amigo ajusticiado sea el mismo Néstor de Gunderland que Conan conoce en la sinopsis de El aposento de los muertos (3). Como me ha parecido magnífica la recreación gráfica de Thak por Paolo Martinelli, mucho más humana en su bestialidad que otras (incluida la de Frazetta) y acorde a lo que el escritor tejano quiso reflejar en las palabras de Conan:

«Esta noche he matado a un hombre y no a una bestia».

El aspecto gráfico resulta impactante, como podéis comprobar. El cimmerio se nos presenta como un joven bárbaro (de 19 años) que impresiona por su corpulencia pero a la vez es ágil, de reacciones felinas y mirada viva, salvaje e inteligente. También acierta Martinelli con el resto de personajes, la ambientación y los fondos, incluso el color o intercalando planos y contrapicados, obteniendo en conjunto una narrativa muy ágil. Incluso añade un guiño de humor en la taberna, cuando representa a la veterana prostituta pelirroja, inflada y deforme, de nombre Sonia, que viste un conjunto bikini de mallas plateadas.

Sólo le encuentro una pega (ínfima): los escenarios; ese eclecticismo arquitectónico que mezcla indiscri-minadamente construcciones antiguas, torres estilizadas, muros medievales, templos de corte oriental o arcos de todo tipo, junto a elementos decorativos de diversas épocas y enormes adornos renacentistas o neoclásicos; incluso en un barrio bajo como El Laberinto. A mi entender, otorgan espectacularidad al ambiente, pero despojan de personalidad a la ciudad de Corinthia. Por lo demás, grandioso.

El ensayo final de Louinet que acompaña a cada álbum de la serie, aunque magnífico como siempre, me resulta menos brillante que otros; pero sus comentarios añaden un plus de calidad al álbum. No en vano lo firma uno de los mayores entendidos en Robert E. Howard o su obra; en este caso, también el guionista.

En suma, un nuevo ejemplo del buen hacer de esta colección de Glénat, que demuestra que es posible realizar una gran historia personal respetando las fuentes, adaptar sin inventar ni reescribir a su autor.

NOTAS:

(1) – Todas las adaptaciones previas lo han hecho así: en Marvel, Roy Thomas, en un número anterior, mientras utiliza dos cuadernillos para completar la historia; en Dark Horse, Timothy Truman usa cuatro para narrarla (88 páginas), más una extensa precuela.

(2) –The Dark Storm Conan Cronologie, publicada en los números 180, 181 y 182 de REHUPA (2003). Timothy Truman sigue ya esta cronología, adoptada en su mayor parte por la colección de Dark Horse. La versión de Roy Thomas es bastante anterior, y se encuentra contaminada por las acciones de L. Sprague deCamp.

(3) -Sinopsis de una historia de Conan no narrada por Howard. Diversos autores la han continuado y reescrito después, como relato y en diferentes cómics.

LA HIJA DEL GIGANTE DE HIELO en BD (CONAN le Cimmérien, v.4)

No es una adaptación fiel al relato de Robert E. Howard. Por el contrario, es un intento de interpretar, ampliada, la historia que REH quiso y no pudo contar por el puritanismo de la época. Robin Recht, parte de los orígenes para construir un relato cargado de erotismo y muerte, con una Atali-Lolita encantadora, mediante la sucesión de unas imágenes impactantes en blanco y negro o color.

La Hija del Gigante de los Hielos fue el primer relato genuino de Conan que escribió Howard, en 1932 (El Fénix en la Espada había sido adaptado de un relato anterior del rey Kull, que fue rechazado y escrito de nuevo para el cimmerio, con un mayor compo-nente fantástico). Pero también fue rechazado por Farnsworth Wright, editor jefe de Weird Tales con la única justificación de que no le gustaba. Podemos imaginar por qué: la historia que cuenta, simplificando los hechos, bien puede ser la persecución por la nieve de un bárbaro a una joven a la que pretende violar; ni más, ni menos, y eso, en 1932 (incluso hoy) no está bien visto. Por supuesto, el relato es mucho más que eso; contiene un alto componente épico-onírico de gran hermosura, pero, simplificando, esa podría ser la mirada. La historia, idéntica salvo algunos cambios, entre ellos su prota-gonista, Amra de Akbitana, se publicó en uno de los primeros fanzines conocidos, The Fantasy Fan, con el título Gods of the North («Dioses del Norte»). El relato de Conan quedó traspapelado hasta 1950, que la descubre L.Sprague de Camp, quien la publica -reescrita-, en 1953. Hasta 1976 no se publicó la versión de Howard.

Los estudiosos de la obra de REH (Patrice Louinet, co-director de la colección Glénat, entre ellos),
siempre pendientes de detectar influencias en sus relatos (no olvidemos que era prácticamente un solitario, ávido de lecturas pero perdido en un pueblo de la América profunda), además de ver en Atali una concepción de las Valquirias de la mitología germana, que trasladan al Valhalla a los héroes caídos en batalla, especulan con que su nombre bien podría derivar del de Atalanta, personaje de la mitología griega que desafiaba a sus pretendientes a vencerla en una carrera cuya pérdida significaba la muerte. También en la leyenda de Daphne y Apolo, cambiando el sexo de sus protagonistas. Ambas historias las habría podido leer en «The Outline of Mythology«, de Thomas Bulfinch.

Sin embargo, en 2011, Brian Leno, colaborador habitual de The Cimmerian o REH: Two-Gun Raconteur, publicó en el nº 15 de esta revista un artículo en el que indicaba que el relato «The Lady of the Frozen North«, de Alan Forsyth (pseudonimo de Leonard Cline) aparecido en la revista pulp Ghost Stories en 1928, contenía puntos en común suficientes con la obra de Howard como para considerarla inspiración real de este relato de Conan (-1-).

Así las cosas, y salvo el combate inicial (de narración y puesta en escena excelentes en el original) y el encuentro final con sus aliados aesires, con sorpresa, la historia se limita al relato plano de la persecución de Atali entre la nieve por parte de Conan, con intenciones no del todo definidas ni claras, si no es violarla cuando la alcance, como triunfo y botín de guerra. Pero no es del cimmerio de quien parten esos sentimientos, es ella quien los provoca. Cuando aparece de repente, al terminar el combate a muerte con Heimdull, aún aturdido y agotado, sin saberla amiga o enemiga (sus cabellos son rojos y dorados a un tiempo) él la trata y le habla con naturalidad y contiene el deseo pese a que está desnuda; será ella quien le provoque y pinche, hiriendo sus sentimientos hasta despertar en él la adrenalina caída tras el combate y soliviantar su ánimo:

«Mi aldea está más allá de lo que puedes alcanzar, Conan de Cimmeria. ¿No me encuentras bella?… ¿Por qué no te pones en pie y me sigues? ¡Menudo guerrero, ahí postrado…! Date por vencido y muere en la nieve como los otros necios, Conan de cabellos negros. No puedes seguirme allá donde te guiaría…»

Robin Recht ahonda y profundiza en esta herida de forma mucho más libidinosa y descarada que Howard (ver textos traducidos en los dibujos).  Noventa años más tarde puede permitirse hacerlo, incluso en imágenes, algo que nunca hubiésemos imaginado encontrar en una adaptación «seria» de Conan, salvo que la realizase Milo Manara. Pero no traiciona ni rompe la idea original de REH. Al contrario, el tejano, se sentiría satisfecho, contento con su versión, tras la sorpresa inicial…

La Atali que dibuja y construye Recht es un encanto (a mí me encanta…), mezcla de ternura y provocación, inocencia y descaro, indecencia y suavidad; un retaco pecoso y adolescente, diminuta (no le llega a Conan al pecho; la imagen de ambos juntos, o la portada, son extraordinarias) al tiempo que detenta un gran poder (poder erótico, lo define Louinet).

Ligera, vaporosa, evanescente; no corre sobre la nieve al saltar: flota y se eleva sobre ella como un elfo. La provocación para que Conan la siga es indecente, viciosa, la de una meretriz que, en un cuerpo adolescente como el suyo la convierte en Lolita de cabellos ardientes: descarada y directa a su hombría en momentos álgidos, seductora y de mirada sensual en las treguas; hasta acabar infantil, lanzando una bola de nieve a su rostro…

Ella es, sin duda, la verdadera protagonista del cómic, quien desplaza a Conan en el papel principal por deseo de Robin Recht,  demiurgo completo de una obra en la que interpreta todos sus papeles: adaptación, dibujo y color. Y lo hace de forma compro-metida: no sólo adapta el relato de Howard, lo amplía y engrandece hasta elevarlo a historia mitológica del Nordheim, recreándose en las imágenes y, dado el caso, en el color, un juego de azules y blancos del cielo y la nieve y el rojo de la sangre, entre los que entremezcla el negro del miedo.

Para ello, antecede el relato con 18 páginas en las que, por un lado, sitúa a Atali y sus pensamientos como introducción (en una doble página extraordinaria) y, por otro, la vorágine de sangre y muerte en que se convierte el enfrentamiento entre Aesires y Vanires en la llanura helada. No es hasta la página 19 que se inicia el enfrentamiento entre Conan y Heimdull, Jarl del clan de los lobos. Y, salvo en diálogos, no hay «narrador omnipresente» en la historia, son los pensamientos de la diosa-niña quien nos conducen por ella.

Esta es, pues, la historia de Atali la diosa, hija del primero y más grande de los gigante, Ymir, cuya sangre creó el mundo de los hombres, y ella cumple su misión de conducir a los héroes hasta el Odroerir, el pico más alto de las montañas:

«Y yo, Atali, debo llevarte ahora ante de él. Pues quien cae con las armas en la mano no muere realmente. No desaparece en la nada como el rico o el cobarde. Está invitado al banquete de mi padre».

Allí esperan sus hermanos, gigantes de hielo hijos de Ymir, también que, en esta ocasión, no portan cota de malla ni conforman la imagen que tan bien definió Frazzetta y permanece en nuestra memoria, sino que adoptan la forma de dos osos blancos enormes, gigantescos sin duda, que son quienes se encargan del héroe, rendido de agotamiento:

«Levantaos, hermanos míos, y tomad ahora su corazón, pues he oídos sus latidos y merece que lo depositemos, todavía humeante, en la mesa de nuestro padre para que lo devore».

Sólo que, esta vez, el héroe es un cimmerio poco dispuesto a rendirse.

El Conan de Robin Recht es grande, enorme en comparación con Atali. De rostro juvenil, como corresponde a la primera historia -también cronológica- del personaje, antes de viajar a la civilización, pero de espaldas amplias y poderosas; una figura que alcanza proporciones colosales cuando supera el agotamiento al que le somete la diosa, se levanta, al ritmo constante de sus latidos agónicos, vence a los gigantes y se convierte en el primer mortal que domina a esa Lolita de cabello rojos y dorados, que debe ser salvada, en última instancia, por su padre Ymir, el Gigante de los Hielos.

Robin Recht construye un cómic grandioso, con esas imágenes espectaculares a las que nos tiene acostumbrado en los álbumes de Elric (-2-).

Con libertad en recursos y medios, lejos de la esclavitud de un espacio limitado (es el único cómic de la serie con 80 páginas de historia [una historia simple, en realidad], frente a las 48 de los anteriores, aunque todos, se venden al mismo precio), se permite el lujo de describir la historia que quiere en la forma que desea, sin restricciones, recurriendo a viñetas enormes de una o dos páginas, o recreando un ejercicio de autosatisfacción sexual de la diosa, mientras el guerrero elegido (el cimmerio en este caso), engañado, lucha por su vida; ella alcanza el orgasmo justo cuando éste salva su vida.

De dibujo elegante al tiempo que personal, con un blanco y negro muy detallado, Recht estalla en una sinfonía única de tres colores, que él mismo añade. Una obra muy personal en todos los sentidos, muy en la línea fijada para esta colección (una obra = una aventura completa = una visión = un autor (o equipo de autores).

Como en números previos, la obra se ofrece en dos formatos:

  • edición estándar ,a color, 80 págs. 24×32 cms. 14,95 €
  • edición coleccionista, blanco y negro, 80 págs. a mayor tamaño: 28×36,8 cms. y tirada limitada, por 29,50 €.

Como complemento, las ediciones incluyen el consabido artículo de Patrice Louinet (2 páginas), donde ofrece valiosa información y anécdotas sobre la obra y el autor, en la época de su publicación, un portafolio de cuatro ilustraciones pintadas por el propio Recth, así como otra pintura homenaje al cimmerio, de Mathieu Lauffray. Y un prólogo excepcional de Michael Moorcock («La French Touch», al que nos hemos referido en otra ocasión), donde glosa las excelencias de Recht, encantado con su visión de Elric de Melniboné; también con esta de Conan el cimmerio.

Como en otras ocasiones, para la presentación de la obra, entre el 7 de diciembre de 2018 y 12 de Enero de 2019, la Huberty Breyne Gallery organizó una exposición con los originales de Robin Recht en blanco y negro. Para todo aquel que esté interesado, en la página web de la galería se ofrece la reproducción de, prácticamente, todas las planchas del álbum y otros dibujos adicionales.

NOTAS:

-1- Ver REH: Two-Gun Raconteur #15. verano de 2011, p.13-18 : “Atali, the Lady of Frozen Death” («Atali, la Dama de la Muerte helada»). Este artículo le valió, en 2012, a Brian Leno el tercer premio al mejor ensayo de la Fundación Robert E. Howard («Hyrkanian»).

-2- Robin Recht, nacido en 1974, es uno de los grandes autores actuales de la BD francesa. Su trabajo está prácticamente ligado a la Fantasía Heroica, tema que domina y le atrae especialmente, y los escenarios históricos. Sus primeras obras, un álbum de «El último ritual» (2002), y la serie de FH «Totendom«, Acto I (2005) y Acto 2 (2007), no han sido publicadas en España. Pero sí las siguientes, a partir de entonces: «El Tercer Testamento. Julius», recuperado recientemente por Yermo ediciones en dos integrales (X-2016 y II-2019), y los 3 álbumes (hasta el momento) de Elric «El Trono de Rubí», «Stormbringer» y «El Lobo Blanco», en la misma editorial.

MÁS ALLÁ DEL RÍO NEGRO en BD (Conan le Cimmérien, vol.3)

«La barbarie es el estado natural del hombre.  La civilización es antinatural, un capricho de las circunstancias. Y, en definitiva, siempre acabará triunfando».

Se trata de la adaptación de una de las últimas novelas de Conan que escribió Robert E. Howard, ya en su plena madurez como autor.  A decir de muchos aficionados y especialistas, su mejor relato; quizás, junto a Clavos Rojos.  Escrito sobre agosto de 1934, tras una racha de éxito personal (en esos momentos, encadena varios relatos vendidos; Conan es ya un personaje consolidado entre los lectores y lectoras) y sin necesidad económica que le acucie, decide escribir el relato que le pide el cuerpo, sin concesiones comerciales o sexuales (-1-), con un entorno que refleja sus inquietudes por aquella época (los primeros colonos americanos, que le son tan cercanos, enfrentados a los indios en la frontera de su propia tierra: Texas, Nuevo México…), y con el mensaje principal que siempre quiso transmitir, esta vez sin tapujos ni distracciones que atenúen su salvajismo: la barbarie natural, frente a la decadencia de la civilización. 

Y bien que lo consigue.

Más allá del Río Negro es una obra completa, contundente, donde el tejano nos muestra la personalidad más sombría y concentrada, silenciosa, del cimmerio, acorde a las circunstancias del relato.  Tan orgulloso se siente REH del resultado que así lo transmite a August Derleth  H.P.Lovecraft  en sendas cartas personales.  O -como recuerda Patrice Luinet, co-director de la colección-, se lo confiesa a Novalyne Price, en una de las conversaciones que recogió su amiga en su diario personal: «He escrito esta novela de forma experimental, para ver qué hacía Wright (editor de «Weird Tales«).  Tenía miedo de que no la aceptara, pero la ha comprado» (-2-)

La adaptación del relato a BD que realizan Mathieu Gabella y Anthony Jean (-3-) es, como el original, contundente, una adaptación muy fiel al relato de Robert E. Howard.  La pareja, cuyo trabajo conjunto se remonta a 2005, cuando deciden iniciar su andadura con La Licorne, una sola historia, una obra que, hasta el momento, contempla 4 álbumes (-4-), consigue recoger en las 48 páginas de la historia el ambiente opresivo de las selvas situadas entre el río del Trueno y el Negro, tierras pictas, la región de Conajohara, que los aquilonios empiezan a colonizar tras arrebatarla a sus dueños, al amparo del Fuerte Tuscelan, en la frontera del Rio Negro.  Los pictos, pequeños clanes y tribus dispersas, no lo pueden impedir si alguien no los une.  Y ese alguien será Zogar Sag, un picto ultrajado por los hombres del fuerte, que ha jurado venganza; también un mago, capaz de convocar demonios de los pantanos y bestias antiguas, que pueden desequilibrar la balanza a su favor.

El Conan que dibuja Anthony Jean es también contundente, sombrío; refleja espléndidamente el carácter rudo, maduro, cínico y a vueltas de todo  y no por ello menos comprometido, del mercenario veterano en mil batallas que tan bien retrata Howard en su relato.  Un Conan que, según la nueva cronología «oficial» de Dale Ripppke tiene casi 35 años (unos 40 en la de Miller y Clark, que sigue deCamp (-5-)), y ha sido de todo en la vida (bromea con que sólo le falta ser rey).  Su imagen poco convencional con las sienes rapadas (tan a la moda hoy) podrá disgustar a unos y entusiasmar a otros, entre quienes me encuentro, pero fue una acción consciente del dibujante, admitida por los directores de la colección (Louinet uno de ellos), a quienes se la dedica y agradece en los créditos finales (-6-) que, además, no desentona ni con el cimmerio de REH en esta época de su vida, ni con la intención declarada para la colección de ofrecer en cada obra una nueva visión del personaje, por un autor diferente.  En este caso, como digo, aciertan de pleno, pues aporta frescura a un personaje ya muy manido tanto en imágenes como en aventuras impropias.

Algo menos conseguido puede quedar el otro protagonista de la historia, Balthus, el aquilonio de Tauran, verdadero trasunto del autor, en quien se refleja (junto a su perro Patch, como Segador) y con quien el lector puede identificarse  (no con Conan, demasiado elevado aquí, en su elemento, para un simple mortal).  No sé si su heroísmo y actitud heroica, su concepción como verdadero hombre de la frontera en el relato, queda suficientemente patente en BD tras el brindis en su honor del cimmerio, o ensombrecido por su figura. Pero no desentona, en ese ambiente opresivo de las selvas y eriales pictos, sombríos por cerrados y en una acción que transcurre de noche.

Más allá de cómo dibuja Jean la figura humana o su realismo, agrada la definición de página que utiliza la pareja, en composición individual -ninguna página doble al estilo de Brugeas y Toulhoat, como en el álbum anterior- en la que se intercalan y alternan de forma sucesiva viñetas horizontales o verticales, entre 6 y 10 por página que no por ello resultan sobrecargadas, gracias a un dibujo fino y puntillista que, en ocasiones, resulta grandioso: grandes espacios naturales, abiertos en planos generales y lejanos, al tiempo que opresivos, incluso asfixiantes, en la mayor cercanía del plano medio y americano.  Todo en el diseño genera una sensación de movimiento y dinámica; una acción que, lejos de utilizar las descripciones y narrativa de Howard -como hacía en abundancia Roy Thomas-, deja paso a una sucesión de viñetas mudas, sin palabras, en la que el propio dibujo, con cambios continuos en planos y enfoques, se erige en protagonista único de la acción y consigue un dinamismo extraordinario.  El resultado es excelente, a mi entender, hasta el punto de que, sin ser perfecto, lo considero el mejor álbum de los publicados hasta el momento.

Un álbum que, al igual que los anteriores, se ofrece en dos versiones, en edición estándar (a color, 64 págs. 24×32 cms. 14,95 €) y en edición coleccionista (blanco y negro, 64 págs. a mayor tamaño: 27,5×36,8 cms. y tirada limitada, por 29,50 €). Ambos incluyen el habitual artículo de Patrice Louinet: tres páginas en la que sitúa al lector en el contexto de la obra y Howard en el momento en que escribió el relato; una amplia galería de dibujos y estudios de personajes de Anthony Jean, y otra con sendas láminas de seis dibujantes: Mikaël Bourgouin, Laurence Baldetti, Cristophe Regnault, Yann Tisseron y Jean-Baptiste Andreade.

Tanto una versión como otra no desmerecen su contenido: en una, el trazo fino y sombreado detallista en blanco y negro de Jean resalta con fuerza; en otra, el color suave que él mismo aplica en tonos casi pasteles y distintos degradados, contrasta con las tintas sin ocultarlas. Para que podáis comprobarlo y decidir cuál os gusta más incluimos dos planchas en ambos formatos (se amplían al pinchar en ellas).

Curiosamente, de este álbum se ha editado por Bruno Graff una tercera versión, de lujo, con las siguientes características:
– Edición limitada a 300 ejemplares 
– Nuevas ilustraciones de portada (abajo) y contraportada
24 páginas adicionales en color no publicadas previamente
96 páginas en blanco y negro con el story-board y las planchas entintadas 
– La historia en color publicada en el álbum de Glénat 
– Un ex libris firmado por Anthony Jean

Eso sí, al módico precio de 109,00€ …

NOTAS:

  • -1-  Muy al contrario de lo ocurrido en sus inicios, sus primeras obras, como se ha comentado en la reseña anterior, para  El Coloso Negro.
  • -2- Sin duda, Farnsworth Wright era consciente de su calidad, pero no llegó a encontrarle suficiente «punch» comercial hacia sus lectores, pues publicó el relato dividido en dos números de WT (mayo y junio de 1935), y en ninguno le concedió portada (previamente, parecía abonado a las portadas «picantes» de Margaret Brundage).
  • -3- Fichas en Wikipedia de Mathieu Gabella, y Anthony Jean, autores desconocidos en España, excepto por su obra conjunta El Unicornio, a continuación. De este último incluimos aquí un enlace a su blog, donde se recoge un reportaje fotográfico sobre la exposición de planchas del álbum en la Galería 9ºArte, así como numerosas muestras de éstas.
  • -4- El Unicornio integral, publicado en España por Ponent Mon en 2018, en base al volumen francés de 2014, que reúne los 4 álbumes previos: 1 – El último templo de Asclepios (2006), 2 – Ad Naturam (2008), 3 – Las aguas negras de Venecia (2009) y 4 – El día del bautismo (2012).
  • -5- Miller y Clark sitúan a Conan en este relato con casi 40 años y poco antes de hacerse con el trono de Aquilonia; una solución factible, teniendo en cuenta que es mercenario de sus tropas en la frontera. Pero en el esquema original de la cronología que ambos remiten a Howard y éste acepta, no aparecen los últimos relatos que escribió, algunos sin publicar en ese momento; entre ellos, El Negro desconocido, íntimamente ligado a éste, y donde se ofrece información adicional:
    • DeCamp alteró después el relato a su conveniencia y lo publicó como El Tesoro de Tranicos, en el que, sin reparo alguno para cambiar su final, utiliza dicho tesoro (que no pueden conseguir en el original) para financiar la campaña de Conan contra Numédides.
    • En El Negro desconocido queda claro que tanto Zarono como Strom conocen a Conan, como capitán pirata de la Barachas. También se indica (capítulo V) que el hundimiento del Wastrell, el barco del que es capitán (tras El Estanque del Negro), acontece tres años antes de los hechos que
      aquí se narran. Conan tiene unos 32 años cuando pierde su barco.
    • Cierta información sobre un personaje que aparece en Lobos Más allá de la Frontera (fragmento incompleto de unos hechos que suceden mientras Conan asciende al trono de Aquilonia, y Miller y Clark no llegaron a conocer) y que recuerda los hechos de Conajohara siendo un niño hace pensar que han pasado 5-6 años desde entonces.
  • -6- «Gracias al equipo editorial, Benoit, Jean-David y Patrice, por confiar en este álbum y permitirme ofrecer un nuevo corte de pelo al cimmerio más conocido del planeta».