Mujeres Guerreras (IV): DARK AGNES DE CHASTILLON y otras espadachinas de R.E.Howard

Pocos, a estas alturas, desconocen que Robert E. Howard fue uno de los precursores (y quien asienta el prototipo) de la mujer guerrera como protagonista en la literatura fantástica (considerando como tal a la que, sin perder su esencia, se presenta en plano de igualdad con el hombre protagonista y destaca como éste -cuando no lo supera- en destreza con las armas, bebida, juramentos, o libertad para conducirse a su antojo cuando lo desea). Basó este prototipo de luchadoras en las guerreras de las tribus norteñas de la antigüedad, que tan bien conocía y amaba, muy diferentes de las doncellas que aparecían en los pulps de la época, para quienes se reservaba el papel de princesas, villanas, concubinas, prostitutas o brujas, nunca el de protagonista o camarada igual al héroe… Hasta entonces.

Weird Tales – Ago-Sep. 1936
(Margareth Brundage).

Es cierto que también él utilizó esos roles en sus historias, movido principalmente por necesidades económicas, la demanda del público o el gusto de los editores, que no dudaban -también hoy- en utilizaban el cuerpo desnudo de la mujer en las portadas (e interior) de sus revistas para incrementar las ventas (y Margareth Brundage, una mujer, autora de la mayoría de ilustraciones de Weird Tales entre 1933 y 1938, fue un buen ejemplo). Pero no es menos cierto que, a veces, el papel de sus personajes femeninos sólo recogía el que históricamente ejercían las mujeres en un mundo salvaje y violento, dominado por los varones, como los que él describía. Con el tiempo -consolidado ya como escritor-, se alejaría del tópico.

«La tortura de una mujer desnuda e indefensa… especialmente cuando se trata de un miembro del sexo femenino de formas voluptuosas… parece excitar un cierto placer en algunas personas, las cuales, por el contrario, muestran su desagrado ante una sana carnicería en el calor y la furia de un campo de batalla. Lo primero me parece mucho más deleznable que hacer trizas a unos hombres armados… o la matanza de prisioneros en la locura de un combate»

Carta de R.E.HOWARD a HP.LOVECRAFT (1)

Es en su serie más conocida, Conan el cimmerio, cuya publicación se inicia en 1932, donde introduce por primera vez personajes femeninos protagonistas a su altura, entre las que destacan por méritos propios Bêlit, «La reina de la Costa Negra», en el relato del igual nombre (mayo de 1934), y Valeria de la Hermandad Roja, en «Clavos rojos» (publicado en octubre de 1936, unos meses después de su muerte). Otras mujeres se acercan al prototipo de mujer liberada, independiente y poderosa. Fred Blosser, el genial analista del mundo hiborio en «La Espada Salvaje de Conan» (que volveremos a leer en las páginas del ómnibus #1, en breve) incluye también a la Devi Yasmina de Vendhya, de «El pueblo del Círculo Negro», cuya despedida descarada y orgullosa le hace elevar posiciones tras su debilidad anterior; pero, estrictamente, no se puede considerar una guerrera pues, dada su posición superior, no se encuentra en igualdad con el cimmerio. Tampoco Red Sonja, de Hyrkania, que es la traslación a la era hiboria en los cómics de otro personaje de Howard, que también veremos.

Conan y Bêlit, por Brom

Bêlit fue el primer y único amor verdadero del cimmerio; la conoce siendo aún muy joven y queda impresionado por su fuerte personalidad. Salvaje y despiadada, cruel con sus enemigos, muestra una feroz atracción hacia el bárbaro, a quien entrega una pasión sensual, hasta la lujuria más desenfrenada. Líder de un grupo de bucaneros negros a bordo del Tigresa, no duda ella misma en empuñar la espada para asaltar cuantos barcos hiborios encuentra a su paso y masacrar a sus tripulantes, sobre todo estigios, a quienes odia. Conan no duda en acompañarla y seguir los designios de una mujer, como lugarteniente a sus órdenes. Su regreso tras la muerte para defender a su amado en peligro, repesenta uno de los episodios más emotivos de Howard.

Ilustración de Harold Saylor De Lay para el
interior de Weird Tales (agosto-sept. de 1936).

Valeria, una aventurera de la Hermandad Libre del Vilayet, es otra pirata de la que Conan quedará prendado, hasta el punto de desertar y seguirla cuando ella abandona la Hermandad. Hábil espadachina como pocos hombres, no duda en cruzar su arma con el bárbaro para defender su independencia y libertad. Tras un episodio con un dragón, vivirán juntos, como compañeros, una sangrienta aventura en la ciudad perdida de Xucholt, en un enfrentamiento de dos tribus hermanas que conllevará su extinción mutua.

Tanto H.S. De Lay en Weird Tales, como más tarde Barry Windsord-Smith en los cómics, siguieron con fidelidad en sus ilustraciones la imagen de la mujer, como la describe Robert E. Howard.

DARK AGNÈS DE CHASTILLON

Agnès de Chastillon. Ken Kelly

Agnès de Chastillon, Agnès de La Fère, o Agnès «la negra» como también se la conoce, es el mejor prototipo de espadachina o mujer guerrera, liberada y protofeminista a la fuerza. Sus relatos, escritos en algún momento entre 1932 y 1934, debido a su muerte prematura, no verían la luz hasta 1971 (aunque Catherine L. Moore -a quien se lo envió tras publicar el primer relato de Jirel de Joiry– se mostró entusiasmada con el personaje).

En «La Espadachina» («Sword Woman»), el primero de los relatos, Agnès es la hija pequeña de un bastardo que el duque de Chastillon, en Normandía, tuvo con una campesina, y que mantiene su nombre; antiguo soldado de muchas campañas junto a los Compañeros Francos, trata a las mujeres con el mismo desprecio que lo hacía cuando saqueaba, mataba y las violaba tras la batalla. Ha concertado su matrimonio con François, un petimetre de la región, que Agnés define como

«un buen cerdo, un puerco de grasa rancia, que no piensa más que en atiborrarse, hincharse, emborracharse y correr detrás de las faldas».

ROBERT E. HOWARD. «LA ESPADACHINA» (2).

Justo antes de su boda recibe la visita de Isabel, su hermana, sólo unos años mayor, casada y con un hijo, que termina por confesarle:

«…La vida es algo difícil para una mujer. Tu cuerpo esbelto y ligero se arrugará y encorvará como el mío, será arrasado por los sucesivos embarazos; tus manos se deformarán… tu mente se convertirá en algo turbio y melancólico… con tanto trabajo, tantas penas… y el rostro de un hombre al que odias siempre al alcance de tu vista (…) Mírame, ¿Te gustaría verte como me ves a mí?»

Y le entrega una daga de hoja afilada, para que se quite la vida con ella.

ROBERT E. HOWARD. «La espadachina» (2).
  • (Creo oportuno incluir estos párrafos porque nos muestran sin ambages, con sus propias palabras, el pensamiento real del autor tejano, acusado, a veces, de machismo).
alexasharpe-art.tumblr.com

Tras ello, mientras su padre la arrastra al altar y observa los rostros y cuerpos envejecidos de su madre y hermana, considera seguir su consejo. Pero cuando el cerdo de François se pone a su lado «sonriendo como un mono sin cerebro», Agnés cambia de opinión e incrusta la daga en su corazón. Después, con el vestido de boda, huye de su casa y se interna en el bosque, evitando el dardo que su padre le dispara con una ballesta.

Y es sólo el principio. Un comienzo de folletín, que se irá confirmando conforme avanza, hasta quedar transformado en una auténtica aventura intensa de capa y espada con toques históricos, cuya acción transcurre en Francia, en el primer cuarto del siglo XVI. Entre sus páginas se encuentran numerosos guiños o referencias a personajes de la época, desde el emperador Carlos (I de España y V de Alemania) a Lautrec en Milán (es de suponer que Odet de Cominges, hermano de Françoise de Foix, quien sí aparece en el siguiente episodio, y nos lleva a relacionar al villano D’Alençon con Charles IV de Valois y cuñado de Francisco I, cuyo reinado se inicia en 1515).

Etienne Villiers, diseño de Aaron McDonell

En el bosque, Agnès se encuentra con Étienne Villiers, un aventurero de pasado noble, vividor y aprove-chado, de excelentes modales y propósitos oscuros, que queda deslumbrado ante su porte; la acoge, viste como un hombre y le ayuda a escapar. Pero la intención de Villiers es venderla en un prostíbulo. Como está perseguido por los hombres de D’Alençon (es el único que conoce su traición a Francia con Carlos, el emperador) lo hace a través de Thibaud, uno de sus compinches. Cuando Agnés descubre la transacción, hunde su daga en el corazón de Thibaud y deja maltrecho a Étienne (a última hora se arrepiente, porque le salvó la vida). Pero comete el error de llamarle por su nombre y el posadero lo vende a D’Aleçon. Sintiéndose responsable, carga con él hacia la taberna de un amigo.

Allí encuentra a Guiscard de Clisson, jefe de los mercenarios y los Compañeros Francos, que busca hombres para enrolar en sus filas, en la campaña para evitar que el emperador eche a Lautrec de Milán. Ella se ofrece, pero la rechaza por no ser un hombre. Y tiene lugar uno de los mejores alegatos que Howard pone en sus labios:

«¡Siempre el hombre en un mundo de hombres! Una mujer debe saber cuál es su puesto. (…) ¡Mujeres: vacas, esclavas! Siervas temerosas que gimen y se arrastran, que inclinan la espalda bajo los golpes y se vengan…matándose con sus propias manos, como mi hermana me proponía. ¡Ja! ¿Me niegas un sitio entre tus hombres? Por Dios, viviré como quiera y moriré como el Señor lo desee, pero si no soy digna de ser camarada de un hombre, menos lo soy de ser su amante. Así que ¡vete al infierno Guiscard de Glisson, y que el diablo te arranque el corazón!».

ROBERT E. HOWARD. «LA ESPADACHINA» (2).

Leídas hoy, estas palabras suenan a habituales, incluso ya vistas (a mí me recuerdan, salvando las diferencias, a las que pronuncia Scarlett O’Hara en «Lo que el viento se llevó«). Pero recordad que están escritas sobre 1932, cuatro años antes que la novela de Margaret Mitchell y siete antes de la afamada película.

Inmediatamente después, sube a visitar a Étienne, quien se disculpa ante ella por sus actos. Pero cinco antiguos compinches hacen su aparición en busca de venganza por la muerte de Thibaud, de la que acusan al hombre, incapaces de creer que haya sido Agnès. Y es cuando ella manifiesta su capacidad innata: esgrime la espada de Villiers y se deshace uno a uno de los cinco, que mueren sin dar crédito a cuanto contemplan. No así Étienne Villiers, que siente cómo crece su admiración por ella. Ni Guiscard de Clisson que, ahora sí, la enrola en sus filas.

«—Como compañera de armas -le respondí-. No soy amante de nadie.

De nadie, salvo de la muerte -replicó, mirando los cadáveres».

ROBERT E. HOWARD. «LA ESPADACHINA» (2).
Dark Agnès, por Mark Schultz.

La historia no acaba ahí (ya os dije que es intensa). Tras semanas de entrenamiento en la esgrima y ya equipada como uno de los Compañeros Francos, parte con de Clissson hacia Italia, donde les esperan el resto de sus tropas. Nunca llegarán. Por el camino, les esperan los secuaces de D’Alençon, al mando del capitán De Valence, quienes confunden a Giscard con Étienne y lo matan de un balazo. Después persiguen y acorralan a Agnés en un acantilado, de donde escapa, finalmente, con ayuda de un canalla arrepentido.

En «Espadas por Francia»,(«Blades for France»), segundo episodio del personaje y continuación del anterior, Agnés de La Fère cabalga sola por los caminos. Ha quedado con Étienne (a quien ahora llama amigo) para huir juntos a Italia, lejos de los hombres de De Valence que les persiguen: a Villiers, por cuenta de D’Alençon como sabemos; a ella por ser la única testigo que puede relacionarlo con el asesinato de Guiscard de Clisson.

Dibujo de Aaron McDonnell para
el cómic «Savage Sword of R.E.Howard»
de Dark Horse

Cuando un rufián malcarado se cruza con ella y la molesta, critica su forma de vestir como un hombre y requiere sus caricias a la fuerza («¿tendré que matar a la mitad de los hombre de Francia para que aprendan lo que es el respeto?»), se ve obligada a cruzar su espada con él y cumple lo prometido. Después, cambia su capa escarlata raída por la del hombre, negra, de calidad y con un brocado dorado que la adorna, y guarda el antifaz negro que encuentra en ella.

Este hecho la introduce en un complot interna-cional al más puro estilo de Alejandro Dumas en Los Tres Mosqueteros«, cambiando su época, detalles y ambientación histórica. Así, aparecen como personajes, Françoise de Foix, amante oficial del rey Francisco I; Charles, duque de Borbón (que puede ser tanto Charles de Montpensier, III de Borbón, que terminó enemistado con el rey y cambiando de bando en 1521, como Charles IV de Vendôme, par del reino y su ferviente partidario, duque de Borbón desde 1527; aunque es más posible el primero, por su enfrentamiento de herencia con Louise de Saboya, madre del rey y regente ella misma, conflicto que se cita en el texto). Y, a modo de Cardenal Richelieu, Thomas Wosley, cardenal también y Lord Canciller del Reino de Inglaterra, carismático, inteligente y tan dado a la intriga como aquel. Con todo, el folletín está dispuesto; y en él no podía faltar nuestro conocido Renault de Valence, uno de los enmascarados, y enemigo declarado de Agnès y Étienne, al servicio de D’Alençon y Louise.

Portada de Francesco Francavilla, para «Robert E. Howard’s Savage Sword»#6, de Dark Horse

«La Amante de la Muerte«Mistress of Death«), último de los relatos dedicados a Agnès la Negra, quedó incompleto a la muerte de R. E. Howard. Fue acabado por Gerald W. Page (en WItchcraft and Sorcery, enero-febrero 1971) gracias a un resumen que el tejano dejó de su argumento. Es la única aventura que incluye elementos sobrenaturales y magia, frente a la propensión de Howard de utilizar un mayor componente histórico, como hemos visto. La acción se traslada a Bretaña, en un momento indeterminado a partir de 1522 (la única referencia disponibles es el personaje de Françoise de Bretaña, que se cita como amante del duque de Orléans. Charles de Valois, hijo de Francisco I, lo fue de 1522 a 1546).

La historia sucede en Chartres. Comienza con Agnés envuelta en una reyerta callejera con tres enmascarados que la atacan, y John Stuart, un escocés exiliado, le ayuda. Junto a los cadáveres de los rufianes encuentran el del nigromante italiano Costranno, ajusticiado en la horca por envenenar al hijo del duque de Tours, que fue desenmascarado por Françoise de Bretagne. El mago resucita (por medio de una joya que, como bien indica Javier Martin Lalanda (3), recuerda al Corazón de Ahriman y Xaltotum en «La Hora del Dragón», novela del ciclo Conan) y busca venganza sobre Françoise, a la que salvan los dos espadachines, que continuarán juntos hacia nuevas aventuras.

Es muy posible que Dark Agnès naciera de la mente prolífica de Robert E. Howard con la intención de crear un personaje femenino fuerte y liberado de prejuicios. Hay quien dice que está inspirado en su novia, Novaline Pryce. Pero ¿no existían mujeres que pudieran servir de estímulo a su imaginación? Aparte de las ya referidas en el primer punto de esta extensa reseña (aquí), es factible que Howard, lector voraz de cuantos textos de aventuras e historia caían en sus manos, tuviese acceso a la obra de Théophile Gautier «Mademoiselle de Maupin», publicada en 1835, donde novelaba la vida de Julie d’Aubigny, «La Maupin» (1673-1707), famosa cantante de ópera y espadachina excepcional, cuya vida tumultuosa fue acogida bajo el prisma romántico del «todo por amor», tanto como chismes e historias dio origen en su época:

Julie d’Aubigny, hija única de Gaston d’Aubigny, secretario del conde de Armagnac, adjunto al rey Luis XIV de Francia, se educa en la corte, donde aprende a bailar, leer, dibujar y la práctica de esgrima, vestida como un niño desde temprana edad. En 1687, con 14 años, el conde comienza a violarla, y la casa con Sieur de Maupin (de ahí su apelativo), que envía a su marido al sur, pero a ella la mantiene a su lado, para sus propios fines.

La Maupin

Por esa época se lía con su maestro de esgrima, Sérannes, pero un conflicto con la policía, por un duelo ilegal, hace que ambos huyan a Marsella. Por el camino, se ganan la vida dando exhibiciones de esgrima y actuando en espectáculos improvisados, La Maupin vestida de hombre, pero sin ocultar su sexo. En Marsella se une a la compañía de ópera. Aburrida de Sérannes, se hace amante de una joven. Cuando sus padres la encierran en un convento, ella la sigue como postulante. Para huir juntas, roba el cuerpo de una monja muerta, que sitúa en la cama de su amante y prende fuego a la habitación. Tres meses después, la chica vuelve con sus padres. Ella es juzgada en ausencia, como un hombre, y sentenciada a la hoguera (muerte por fuego).

La Maupin, en París,vuelve a ganarse la vida cantando. Conoce a un viejo actor, que la enseña y con quien se lía, pero al que abandona por alcohólico. Insultada por un joven por su atuendo de hombre, le reta a un duelo de espadas, en el que le atraviesa el hombro. Después se interesa por él y descubre que es el hijo del duque de Luynes; se disculpa y se hacen amantes, hasta que él debe reintegrarse a su unidad. Ella continúa hasta Rouen, donde se une a otro cantante famoso y, juntos, pretenden unirse a la Ópera de París. Contacta con el conde de Armagnac para que interceda ante el rey, revoque su condena y le permita actuar en la Ópera; y lo consigue.

«Mademoiselle Maupin,
de la Ópera de París,
impresión de la época; anónimo.

En 1690 es contratada. Allí comienza su ascenso y éxito de público, debido a su hermosa voz, habilidad para actuar y su atuendo andrógino. Llegó a ser calificada como «la voz más bella del mundo». Pero no cesan sus amoríos con personas de ambos sexos o su tempestuosa relación otros sus compañeros. Se recuerda una vez que besó a otra cantante en un baile de sociedad y tres caballeros la retaron a un duelo. Les derrotó a los tres.

Retomó su relación con su amigo d’Albert de Luynes, y ambos mantienen más de un enfrentamiento con la ley, debido a duelos. Triunfa en diversas óperas del país y en la corte. En los últimos años de su vida mantiene una relación con la Marquesa de Florensac, cuya muerte la deja desconsolada.

Se retiró a un convento en Provenza, donde se cree que murió en 1707. Tenía 33 años; una vida intensa, sin duda. Como se ve, a veces, la realidad supera a la ficción.

SONYA «LA ROJA», DE ROGATINO

En «La Sombra del Buitre«, relato de ficción histórica que transcurre en 1529, durante el asedio otomano a Viena, capital del archiducado de Austria (y publicado en la revista The Magic Carpet, en enero de 1934), REH presenta a Sonya de Rogatino, apodada «la Roja» por el color de sus cabellos, como contrapunto femenino al caballero germano de la Orden de Malta (Orden militar de San Juan) Gottfried von Kalmbach, un aventurero vividor, desencantado y algo borrachín, que ahoga sus penas en cerveza (buena gente, sin duda). Sonya forma parte de la defensa de la ciudad frente al cerco que mantienen los turcos, donde mantiene fama de luchadora implacable y arriesgada, que odia a los otomanos por un asunto familiar (su hermana Roxelana es la Walad de Saladino -su odalisca favorita-, y ella no le perdona ese sometimiento).

Sonya la Roja, por Donato Giacolla

La historia, cuya primera parte la protagoniza von Kalmbach en solitario, en tierra santa, está repleta de acción y datos históricos reales, con un final sorprendente que muchos conocéis, pues la historia fue adaptada por Roy Thomas y Barry Smith -en un episodio que mantuvo el título del relato, pero reemplazando el nombre de Sonya por el «más hiborio» de Sonja– en el nº 23 de la serie de cómics Marvel Conan el bárbaro (febrero de 1973). El número tuvo tal éxito de público y crítica que el personaje se convirtió en el complemento perfecto del cimmerio y obtuvo serie propia (que se mantiene hoy día), con el sugerente pero ridículo bikini de mallas, inútil para la batalla, que diseñó Esteban Maroto.

Si a alguno está interesado ahondar en el personaje y la historia original, le sugiero revisar el artículo que publiqué al respecto en 2012 (SONIA LA ROJA. Ficción e Historia real en R.E.Howard).

Preciosa fotografía de un cosplay artístico (y brevísimo) de Red Sonja (Anat Oliy Khubodin).

HELEN TAVREL

Es la tercera y última espadachina de la gran selección que realiza Paco Arellano en la edición que citamos abajo. Sólo aparece en un relato de Howard, «La Isla de la Condenación de los Piratas» («The Isle of Pirate’s Doom»), publicado cuarenta años después de su muerte, en 1976, en una selección del editor Donald M. Grant, junto a otros de sus relatos de piratas.

Helen Tavrel, diseño de un juego de ordenador en buccaneersreef.com

La historia está contada desde el punto de vista de Steven Harmer, segundo a bordo y único superviviente de La Condesa Azul, navío de Virginia que ardió por completo, y ahora náufrago en una isla. Oculto entre la vegetación ve que se acerca un barco con mala pinta y desembarcan una chalupa con ocho hombres que se dirigen a la orilla. Tras una discusión, al llegar a tierra, un joven corre hacia los árboles y los otros le persiguen. Más tarde, entre la espesura, descubre el cadáver de un pirata y toma sus armas, pero el joven aparece a su espalda, con su larga levita y un tricornio. Pero no es un hombre, sino una hermosa joven que le apunta con su espada. No puede ser otra que Helen Tavrel, la única pirata que actúa por entonces en el Caribe, una mujer temeraria y cruel, que ha cambiado las faldas por los pantalones, cuyos labios no han podido besar ningún hombre.

Ella se muestra como la describen, dura e insensible ante la muerte del pirata, irónica e hiriente frente a los comentarios de Steve, pero explica que nada tiene que ver con los bucaneros, quienes la persiguen por haber marcado la cara del capitán, tras hacerle ir con ellos a la isla, con no claras intenciones. Juntos se esconden y van eliminando piratas, que buscan un templo, oculto en la isla, de una civilización antigua, anterior a los indígenas que masacraron los españoles (siempre la leyenda negra…), que contiene un fabuloso tesoro escondido. Conforme intiman, Helen (que sólo tiene 20 años pese a su trayectoria) deja caer la máscara tras la que se oculta y se muestra cercana; incluso sensible, y llora cuando Harmer la acusa con crueldad. Le explica que fue cuidada por Roger O’Farrel, un pirata de familia noble que la rescató y cuidó de niña, y quien la educó a su estilo, rodeada de crueldad, pero un hombre al que admira por su nobleza.

La historia es la aventura típica de piratas, con el añadido del templo misterioso, una civilización extinguida y la promesa de un antiguo tesoro, en un paisaje idílico junto a pantanos sombríos, serpientes venenosas y la amenaza siempre presente de los temibles bucaneros, que da origen al acercamiento de los protagonistas. Pero, aunque describe someramente bien a los personajes, no es una de las mejores de Howard. Incluso, y pese a que defiende la libertad de la mujer frente a los hombre, o la respuesta final de Helen a Steven, que no cae rendida ante su propuesta («soy demasiado joven para casarme y tengo que recorrer el mundo como siempre he deseado. No olvides que sigo siendo Helen Tavrel»), en varias ocasiones desliza, en boca de él, opiniones de claro tinte machista (que no necesariamente han de ser las suyas como autor, aunque sí es acorde a la época) .

Fueron muchas las mujeres piratas a lo largo de la historia que pudieron inspirar la figura de Helen Tavrel a Robert E. Howard; pero, sin duda, Anne Bonny, junto a Mary Read, fueron las más conocidas. No se conocen demasiados datos de su biografía, salvo lo recogido en la «Historia general de los piratas», del capitán Charles Johnson, contemporáneo, en 1724.

Tras una tumultuosa vida anterior, llena de aventuras y violencia, Anne Bonny navegó en el «Revenge» con el pirata Jack Rackman, «Calico Jack», de quien era pareja, y participaba en los combates de forma activa, muy efectiva en la lucha y respetada por sus compañeros, que la consideraban uno más de ellos. Cuando capturan un mercante holandés encuentran a Mary Read, que se había alistado como mercenaria, también disfrazada de hombre. Hay quien comentan que las dos mujeres iniciaron una relación de pareja (incluso el movimiento gay las reivindicó en los años ’70), pero no hay constancia de ello, sino que las dos tenían su hombre. Cuando el barco de Rackman es capturado (ellas fueron las últimas en rendirse y ofrecer resistencia, pues toda la tripulación estaba borracha), son juzgadas y condenadas por piratería, pero no ahorcadas, debido a su embarazo. Se dice que las últimas palabras de Anne Bonny a Rackman fueron: «Si hubieses luchado como un hombre, no serías ahorcado como un perro». Parece que ambas tenían 20 años por entonces.

Próximo: RIFKIND, de Lynn Abbey

NOTAS:

  • (1) «Ambición a la luz de la luna y otros textos autobiográficos».  Robert E. Howard. GasMask Editores, colección Desiderata nº 2. Málaga, junio 2017, pág. 338
  • (2) «Espadachinas». Robert E. Howard. La Biblioteca del Laberinto. Madrid, julio de 2006.
  • (3) En la introducción a «Espadachinas», de Robert E. Howard, edición antes citada.

LA HIJA DEL GIGANTE DE HIELO en BD (CONAN le Cimmérien, v.4)

No es una adaptación fiel al relato de Robert E. Howard. Por el contrario, es un intento de interpretar, ampliada, la historia que REH quiso y no pudo contar por el puritanismo de la época. Robin Recht, parte de los orígenes para construir un relato cargado de erotismo y muerte, con una Atali-Lolita encantadora, mediante la sucesión de unas imágenes impactantes en blanco y negro o color.

La Hija del Gigante de los Hielos fue el primer relato genuino de Conan que escribió Howard, en 1932 (El Fénix en la Espada había sido adaptado de un relato anterior del rey Kull, que fue rechazado y escrito de nuevo para el cimmerio, con un mayor compo-nente fantástico). Pero también fue rechazado por Farnsworth Wright, editor jefe de Weird Tales con la única justificación de que no le gustaba. Podemos imaginar por qué: la historia que cuenta, simplificando los hechos, bien puede ser la persecución por la nieve de un bárbaro a una joven a la que pretende violar; ni más, ni menos, y eso, en 1932 (incluso hoy) no está bien visto. Por supuesto, el relato es mucho más que eso; contiene un alto componente épico-onírico de gran hermosura, pero, simplificando, esa podría ser la mirada. La historia, idéntica salvo algunos cambios, entre ellos su prota-gonista, Amra de Akbitana, se publicó en uno de los primeros fanzines conocidos, The Fantasy Fan, con el título Gods of the North («Dioses del Norte»). El relato de Conan quedó traspapelado hasta 1950, que la descubre L.Sprague de Camp, quien la publica -reescrita-, en 1953. Hasta 1976 no se publicó la versión de Howard.

Los estudiosos de la obra de REH (Patrice Louinet, co-director de la colección Glénat, entre ellos),
siempre pendientes de detectar influencias en sus relatos (no olvidemos que era prácticamente un solitario, ávido de lecturas pero perdido en un pueblo de la América profunda), además de ver en Atali una concepción de las Valquirias de la mitología germana, que trasladan al Valhalla a los héroes caídos en batalla, especulan con que su nombre bien podría derivar del de Atalanta, personaje de la mitología griega que desafiaba a sus pretendientes a vencerla en una carrera cuya pérdida significaba la muerte. También en la leyenda de Daphne y Apolo, cambiando el sexo de sus protagonistas. Ambas historias las habría podido leer en «The Outline of Mythology«, de Thomas Bulfinch.

Sin embargo, en 2011, Brian Leno, colaborador habitual de The Cimmerian o REH: Two-Gun Raconteur, publicó en el nº 15 de esta revista un artículo en el que indicaba que el relato «The Lady of the Frozen North«, de Alan Forsyth (pseudonimo de Leonard Cline) aparecido en la revista pulp Ghost Stories en 1928, contenía puntos en común suficientes con la obra de Howard como para considerarla inspiración real de este relato de Conan (-1-).

Así las cosas, y salvo el combate inicial (de narración y puesta en escena excelentes en el original) y el encuentro final con sus aliados aesires, con sorpresa, la historia se limita al relato plano de la persecución de Atali entre la nieve por parte de Conan, con intenciones no del todo definidas ni claras, si no es violarla cuando la alcance, como triunfo y botín de guerra. Pero no es del cimmerio de quien parten esos sentimientos, es ella quien los provoca. Cuando aparece de repente, al terminar el combate a muerte con Heimdull, aún aturdido y agotado, sin saberla amiga o enemiga (sus cabellos son rojos y dorados a un tiempo) él la trata y le habla con naturalidad y contiene el deseo pese a que está desnuda; será ella quien le provoque y pinche, hiriendo sus sentimientos hasta despertar en él la adrenalina caída tras el combate y soliviantar su ánimo:

«Mi aldea está más allá de lo que puedes alcanzar, Conan de Cimmeria. ¿No me encuentras bella?… ¿Por qué no te pones en pie y me sigues? ¡Menudo guerrero, ahí postrado…! Date por vencido y muere en la nieve como los otros necios, Conan de cabellos negros. No puedes seguirme allá donde te guiaría…»

Robin Recht ahonda y profundiza en esta herida de forma mucho más libidinosa y descarada que Howard (ver textos traducidos en los dibujos).  Noventa años más tarde puede permitirse hacerlo, incluso en imágenes, algo que nunca hubiésemos imaginado encontrar en una adaptación «seria» de Conan, salvo que la realizase Milo Manara. Pero no traiciona ni rompe la idea original de REH. Al contrario, el tejano, se sentiría satisfecho, contento con su versión, tras la sorpresa inicial…

La Atali que dibuja y construye Recht es un encanto (a mí me encanta…), mezcla de ternura y provocación, inocencia y descaro, indecencia y suavidad; un retaco pecoso y adolescente, diminuta (no le llega a Conan al pecho; la imagen de ambos juntos, o la portada, son extraordinarias) al tiempo que detenta un gran poder (poder erótico, lo define Louinet).

Ligera, vaporosa, evanescente; no corre sobre la nieve al saltar: flota y se eleva sobre ella como un elfo. La provocación para que Conan la siga es indecente, viciosa, la de una meretriz que, en un cuerpo adolescente como el suyo la convierte en Lolita de cabellos ardientes: descarada y directa a su hombría en momentos álgidos, seductora y de mirada sensual en las treguas; hasta acabar infantil, lanzando una bola de nieve a su rostro…

Ella es, sin duda, la verdadera protagonista del cómic, quien desplaza a Conan en el papel principal por deseo de Robin Recht,  demiurgo completo de una obra en la que interpreta todos sus papeles: adaptación, dibujo y color. Y lo hace de forma compro-metida: no sólo adapta el relato de Howard, lo amplía y engrandece hasta elevarlo a historia mitológica del Nordheim, recreándose en las imágenes y, dado el caso, en el color, un juego de azules y blancos del cielo y la nieve y el rojo de la sangre, entre los que entremezcla el negro del miedo.

Para ello, antecede el relato con 18 páginas en las que, por un lado, sitúa a Atali y sus pensamientos como introducción (en una doble página extraordinaria) y, por otro, la vorágine de sangre y muerte en que se convierte el enfrentamiento entre Aesires y Vanires en la llanura helada. No es hasta la página 19 que se inicia el enfrentamiento entre Conan y Heimdull, Jarl del clan de los lobos. Y, salvo en diálogos, no hay «narrador omnipresente» en la historia, son los pensamientos de la diosa-niña quien nos conducen por ella.

Esta es, pues, la historia de Atali la diosa, hija del primero y más grande de los gigante, Ymir, cuya sangre creó el mundo de los hombres, y ella cumple su misión de conducir a los héroes hasta el Odroerir, el pico más alto de las montañas:

«Y yo, Atali, debo llevarte ahora ante de él. Pues quien cae con las armas en la mano no muere realmente. No desaparece en la nada como el rico o el cobarde. Está invitado al banquete de mi padre».

Allí esperan sus hermanos, gigantes de hielo hijos de Ymir, también que, en esta ocasión, no portan cota de malla ni conforman la imagen que tan bien definió Frazzetta y permanece en nuestra memoria, sino que adoptan la forma de dos osos blancos enormes, gigantescos sin duda, que son quienes se encargan del héroe, rendido de agotamiento:

«Levantaos, hermanos míos, y tomad ahora su corazón, pues he oídos sus latidos y merece que lo depositemos, todavía humeante, en la mesa de nuestro padre para que lo devore».

Sólo que, esta vez, el héroe es un cimmerio poco dispuesto a rendirse.

El Conan de Robin Recht es grande, enorme en comparación con Atali. De rostro juvenil, como corresponde a la primera historia -también cronológica- del personaje, antes de viajar a la civilización, pero de espaldas amplias y poderosas; una figura que alcanza proporciones colosales cuando supera el agotamiento al que le somete la diosa, se levanta, al ritmo constante de sus latidos agónicos, vence a los gigantes y se convierte en el primer mortal que domina a esa Lolita de cabello rojos y dorados, que debe ser salvada, en última instancia, por su padre Ymir, el Gigante de los Hielos.

Robin Recht construye un cómic grandioso, con esas imágenes espectaculares a las que nos tiene acostumbrado en los álbumes de Elric (-2-).

Con libertad en recursos y medios, lejos de la esclavitud de un espacio limitado (es el único cómic de la serie con 80 páginas de historia [una historia simple, en realidad], frente a las 48 de los anteriores, aunque todos, se venden al mismo precio), se permite el lujo de describir la historia que quiere en la forma que desea, sin restricciones, recurriendo a viñetas enormes de una o dos páginas, o recreando un ejercicio de autosatisfacción sexual de la diosa, mientras el guerrero elegido (el cimmerio en este caso), engañado, lucha por su vida; ella alcanza el orgasmo justo cuando éste salva su vida.

De dibujo elegante al tiempo que personal, con un blanco y negro muy detallado, Recht estalla en una sinfonía única de tres colores, que él mismo añade. Una obra muy personal en todos los sentidos, muy en la línea fijada para esta colección (una obra = una aventura completa = una visión = un autor (o equipo de autores).

Como en números previos, la obra se ofrece en dos formatos:

  • edición estándar ,a color, 80 págs. 24×32 cms. 14,95 €
  • edición coleccionista, blanco y negro, 80 págs. a mayor tamaño: 28×36,8 cms. y tirada limitada, por 29,50 €.

Como complemento, las ediciones incluyen el consabido artículo de Patrice Louinet (2 páginas), donde ofrece valiosa información y anécdotas sobre la obra y el autor, en la época de su publicación, un portafolio de cuatro ilustraciones pintadas por el propio Recth, así como otra pintura homenaje al cimmerio, de Mathieu Lauffray. Y un prólogo excepcional de Michael Moorcock («La French Touch», al que nos hemos referido en otra ocasión), donde glosa las excelencias de Recht, encantado con su visión de Elric de Melniboné; también con esta de Conan el cimmerio.

Como en otras ocasiones, para la presentación de la obra, entre el 7 de diciembre de 2018 y 12 de Enero de 2019, la Huberty Breyne Gallery organizó una exposición con los originales de Robin Recht en blanco y negro. Para todo aquel que esté interesado, en la página web de la galería se ofrece la reproducción de, prácticamente, todas las planchas del álbum y otros dibujos adicionales.

NOTAS:

-1- Ver REH: Two-Gun Raconteur #15. verano de 2011, p.13-18 : “Atali, the Lady of Frozen Death” («Atali, la Dama de la Muerte helada»). Este artículo le valió, en 2012, a Brian Leno el tercer premio al mejor ensayo de la Fundación Robert E. Howard («Hyrkanian»).

-2- Robin Recht, nacido en 1974, es uno de los grandes autores actuales de la BD francesa. Su trabajo está prácticamente ligado a la Fantasía Heroica, tema que domina y le atrae especialmente, y los escenarios históricos. Sus primeras obras, un álbum de «El último ritual» (2002), y la serie de FH «Totendom«, Acto I (2005) y Acto 2 (2007), no han sido publicadas en España. Pero sí las siguientes, a partir de entonces: «El Tercer Testamento. Julius», recuperado recientemente por Yermo ediciones en dos integrales (X-2016 y II-2019), y los 3 álbumes (hasta el momento) de Elric «El Trono de Rubí», «Stormbringer» y «El Lobo Blanco», en la misma editorial.

MÁS ALLÁ DEL RÍO NEGRO en BD (Conan le Cimmérien, vol.3)

«La barbarie es el estado natural del hombre.  La civilización es antinatural, un capricho de las circunstancias. Y, en definitiva, siempre acabará triunfando».

Se trata de la adaptación de una de las últimas novelas de Conan que escribió Robert E. Howard, ya en su plena madurez como autor.  A decir de muchos aficionados y especialistas, su mejor relato; quizás, junto a Clavos Rojos.  Escrito sobre agosto de 1934, tras una racha de éxito personal (en esos momentos, encadena varios relatos vendidos; Conan es ya un personaje consolidado entre los lectores y lectoras) y sin necesidad económica que le acucie, decide escribir el relato que le pide el cuerpo, sin concesiones comerciales o sexuales (-1-), con un entorno que refleja sus inquietudes por aquella época (los primeros colonos americanos, que le son tan cercanos, enfrentados a los indios en la frontera de su propia tierra: Texas, Nuevo México…), y con el mensaje principal que siempre quiso transmitir, esta vez sin tapujos ni distracciones que atenúen su salvajismo: la barbarie natural, frente a la decadencia de la civilización. 

Y bien que lo consigue.

Más allá del Río Negro es una obra completa, contundente, donde el tejano nos muestra la personalidad más sombría y concentrada, silenciosa, del cimmerio, acorde a las circunstancias del relato.  Tan orgulloso se siente REH del resultado que así lo transmite a August Derleth  H.P.Lovecraft  en sendas cartas personales.  O -como recuerda Patrice Luinet, co-director de la colección-, se lo confiesa a Novalyne Price, en una de las conversaciones que recogió su amiga en su diario personal: «He escrito esta novela de forma experimental, para ver qué hacía Wright (editor de «Weird Tales«).  Tenía miedo de que no la aceptara, pero la ha comprado» (-2-)

La adaptación del relato a BD que realizan Mathieu Gabella y Anthony Jean (-3-) es, como el original, contundente, una adaptación muy fiel al relato de Robert E. Howard.  La pareja, cuyo trabajo conjunto se remonta a 2005, cuando deciden iniciar su andadura con La Licorne, una sola historia, una obra que, hasta el momento, contempla 4 álbumes (-4-), consigue recoger en las 48 páginas de la historia el ambiente opresivo de las selvas situadas entre el río del Trueno y el Negro, tierras pictas, la región de Conajohara, que los aquilonios empiezan a colonizar tras arrebatarla a sus dueños, al amparo del Fuerte Tuscelan, en la frontera del Rio Negro.  Los pictos, pequeños clanes y tribus dispersas, no lo pueden impedir si alguien no los une.  Y ese alguien será Zogar Sag, un picto ultrajado por los hombres del fuerte, que ha jurado venganza; también un mago, capaz de convocar demonios de los pantanos y bestias antiguas, que pueden desequilibrar la balanza a su favor.

El Conan que dibuja Anthony Jean es también contundente, sombrío; refleja espléndidamente el carácter rudo, maduro, cínico y a vueltas de todo  y no por ello menos comprometido, del mercenario veterano en mil batallas que tan bien retrata Howard en su relato.  Un Conan que, según la nueva cronología «oficial» de Dale Ripppke tiene casi 35 años (unos 40 en la de Miller y Clark, que sigue deCamp (-5-)), y ha sido de todo en la vida (bromea con que sólo le falta ser rey).  Su imagen poco convencional con las sienes rapadas (tan a la moda hoy) podrá disgustar a unos y entusiasmar a otros, entre quienes me encuentro, pero fue una acción consciente del dibujante, admitida por los directores de la colección (Louinet uno de ellos), a quienes se la dedica y agradece en los créditos finales (-6-) que, además, no desentona ni con el cimmerio de REH en esta época de su vida, ni con la intención declarada para la colección de ofrecer en cada obra una nueva visión del personaje, por un autor diferente.  En este caso, como digo, aciertan de pleno, pues aporta frescura a un personaje ya muy manido tanto en imágenes como en aventuras impropias.

Algo menos conseguido puede quedar el otro protagonista de la historia, Balthus, el aquilonio de Tauran, verdadero trasunto del autor, en quien se refleja (junto a su perro Patch, como Segador) y con quien el lector puede identificarse  (no con Conan, demasiado elevado aquí, en su elemento, para un simple mortal).  No sé si su heroísmo y actitud heroica, su concepción como verdadero hombre de la frontera en el relato, queda suficientemente patente en BD tras el brindis en su honor del cimmerio, o ensombrecido por su figura. Pero no desentona, en ese ambiente opresivo de las selvas y eriales pictos, sombríos por cerrados y en una acción que transcurre de noche.

Más allá de cómo dibuja Jean la figura humana o su realismo, agrada la definición de página que utiliza la pareja, en composición individual -ninguna página doble al estilo de Brugeas y Toulhoat, como en el álbum anterior- en la que se intercalan y alternan de forma sucesiva viñetas horizontales o verticales, entre 6 y 10 por página que no por ello resultan sobrecargadas, gracias a un dibujo fino y puntillista que, en ocasiones, resulta grandioso: grandes espacios naturales, abiertos en planos generales y lejanos, al tiempo que opresivos, incluso asfixiantes, en la mayor cercanía del plano medio y americano.  Todo en el diseño genera una sensación de movimiento y dinámica; una acción que, lejos de utilizar las descripciones y narrativa de Howard -como hacía en abundancia Roy Thomas-, deja paso a una sucesión de viñetas mudas, sin palabras, en la que el propio dibujo, con cambios continuos en planos y enfoques, se erige en protagonista único de la acción y consigue un dinamismo extraordinario.  El resultado es excelente, a mi entender, hasta el punto de que, sin ser perfecto, lo considero el mejor álbum de los publicados hasta el momento.

Un álbum que, al igual que los anteriores, se ofrece en dos versiones, en edición estándar (a color, 64 págs. 24×32 cms. 14,95 €) y en edición coleccionista (blanco y negro, 64 págs. a mayor tamaño: 27,5×36,8 cms. y tirada limitada, por 29,50 €). Ambos incluyen el habitual artículo de Patrice Louinet: tres páginas en la que sitúa al lector en el contexto de la obra y Howard en el momento en que escribió el relato; una amplia galería de dibujos y estudios de personajes de Anthony Jean, y otra con sendas láminas de seis dibujantes: Mikaël Bourgouin, Laurence Baldetti, Cristophe Regnault, Yann Tisseron y Jean-Baptiste Andreade.

Tanto una versión como otra no desmerecen su contenido: en una, el trazo fino y sombreado detallista en blanco y negro de Jean resalta con fuerza; en otra, el color suave que él mismo aplica en tonos casi pasteles y distintos degradados, contrasta con las tintas sin ocultarlas. Para que podáis comprobarlo y decidir cuál os gusta más incluimos dos planchas en ambos formatos (se amplían al pinchar en ellas).

Curiosamente, de este álbum se ha editado por Bruno Graff una tercera versión, de lujo, con las siguientes características:
– Edición limitada a 300 ejemplares 
– Nuevas ilustraciones de portada (abajo) y contraportada
24 páginas adicionales en color no publicadas previamente
96 páginas en blanco y negro con el story-board y las planchas entintadas 
– La historia en color publicada en el álbum de Glénat 
– Un ex libris firmado por Anthony Jean

Eso sí, al módico precio de 109,00€ …

NOTAS:

  • -1-  Muy al contrario de lo ocurrido en sus inicios, sus primeras obras, como se ha comentado en la reseña anterior, para  El Coloso Negro.
  • -2- Sin duda, Farnsworth Wright era consciente de su calidad, pero no llegó a encontrarle suficiente «punch» comercial hacia sus lectores, pues publicó el relato dividido en dos números de WT (mayo y junio de 1935), y en ninguno le concedió portada (previamente, parecía abonado a las portadas «picantes» de Margaret Brundage).
  • -3- Fichas en Wikipedia de Mathieu Gabella, y Anthony Jean, autores desconocidos en España, excepto por su obra conjunta El Unicornio, a continuación. De este último incluimos aquí un enlace a su blog, donde se recoge un reportaje fotográfico sobre la exposición de planchas del álbum en la Galería 9ºArte, así como numerosas muestras de éstas.
  • -4- El Unicornio integral, publicado en España por Ponent Mon en 2018, en base al volumen francés de 2014, que reúne los 4 álbumes previos: 1 – El último templo de Asclepios (2006), 2 – Ad Naturam (2008), 3 – Las aguas negras de Venecia (2009) y 4 – El día del bautismo (2012).
  • -5- Miller y Clark sitúan a Conan en este relato con casi 40 años y poco antes de hacerse con el trono de Aquilonia; una solución factible, teniendo en cuenta que es mercenario de sus tropas en la frontera. Pero en el esquema original de la cronología que ambos remiten a Howard y éste acepta, no aparecen los últimos relatos que escribió, algunos sin publicar en ese momento; entre ellos, El Negro desconocido, íntimamente ligado a éste, y donde se ofrece información adicional:
    • DeCamp alteró después el relato a su conveniencia y lo publicó como El Tesoro de Tranicos, en el que, sin reparo alguno para cambiar su final, utiliza dicho tesoro (que no pueden conseguir en el original) para financiar la campaña de Conan contra Numédides.
    • En El Negro desconocido queda claro que tanto Zarono como Strom conocen a Conan, como capitán pirata de la Barachas. También se indica (capítulo V) que el hundimiento del Wastrell, el barco del que es capitán (tras El Estanque del Negro), acontece tres años antes de los hechos que
      aquí se narran. Conan tiene unos 32 años cuando pierde su barco.
    • Cierta información sobre un personaje que aparece en Lobos Más allá de la Frontera (fragmento incompleto de unos hechos que suceden mientras Conan asciende al trono de Aquilonia, y Miller y Clark no llegaron a conocer) y que recuerda los hechos de Conajohara siendo un niño hace pensar que han pasado 5-6 años desde entonces.
  • -6- «Gracias al equipo editorial, Benoit, Jean-David y Patrice, por confiar en este álbum y permitirme ofrecer un nuevo corte de pelo al cimmerio más conocido del planeta».

EL COLOSO NEGRO en BD (Conan le cimmérien, vol. 2)

La fuerza y juventud (no exenta de experiencia) del tandem Brugeas/Toulhoat consigue en la adaptación de EL COLOSO NEGRO una versión llamativa y vibrante, impactante en color y planos cinematográficos, de la sangrienta batalla en el desfiladero de Shamla, donde las fuerzas de Khoraja enfrentaron a las tropas de Natok el Velado

Publicado junto al nº 1 de la colección, «La Reine de la Côte Noire» (ver reseña aquí), ambos al mismo tiempo, a una vez, para incrementar el impacto mediático del lanzamiento oficial de la colección, el dibujo oscuro de Toulhoat servía, además, de contrapunto perfecto a ese otro, tan personal -casi de animación-, de Alary.

Este segundo volumen, «Le Colosse Noir«, adaptación del relato «El Coloso Negro» de Robert E. Howard, llama poderosamente la atención con una portada de impacto, por su composición y color, refrendada en su interior con un dibujo sombrío y oscuro, repleto de manchas propias del blanco y negro, que cuando recibe color lo hace, de forma intencionada, en una gama cromática reducida a fin de mantener el juego de sombras para el que está pensado.  El dibujo de Ronan Toulhoat, no es menos personal que el de Alary, aunque al menos no recuerda a Disney.  Evidentemente, no es Buscema; vaya esto por delante, para anticipar la inevitable comparación entre ambas adaptaciones (-1-) que, en este caso y salvando innegables diferencias de estilo, resiste el enfrentamiento con bastante dignidad, gracias al dinamismo de sus figuras, un admirable diseño y composición de viñetas, en el que destacan los dibujos a página doble o un tercio de la doble plancha, planos de enfoque variable y un impresionante diseño cinematográfico del que, imagino, no resulta ajeno Vincent Brugeas, su guionista, la otra mitad del equipo que ambos forman desde 2003 (-2-).

Primeras 4 páginas, en las que se narra la incursión de Shevatas en las ruinas de Kuthchemes.

El Conan de Brugeas y Toulhoat es oscuro, sombrío como la descripción que de él se hace en las Crónicas Nemedias, muy personal, y de imagen distinta a la que estamos acostumbrados; su pelo es negro sí, aunque rizado, lejos de aquella melena que Howard describe lisa en La Reina de la Costa Negra y otros relatos; tampoco es el gigante que imaginamos, puesto que las proporciones de los cuerpos de Toulhoat se acercan más al canon de 7 cabezas que de de 8 habitual (-3-).  Pese a todo, es un Conan en toda regla; una representación excelente del personaje que imaginó su creador para este relato, cuya adaptación es bastante buena; tanto o más que las realizadas por el gran Roy Thomas (-4-).

Salvando rizos (como Momoa…), el personaje se comporta como hace el cimmerio en el relato de Howard, en una adaptación muy fiel al original, en la que sólo introduce pequeños cambios en el orden de narrar acontecimientos (flashback de las apariciones de Natok Yasmela) que no afectan a la historia, y algún añadido (lógico, si se piensa bien), como ortos dos mercenarios, Bran y Kane, colegas y compañeros de bebidas, mujeres y batallas.  Aparte de eso, nada falta en la narración de unos hechos que, mediante el dibujo y muchos silencios, son recreados sin escatimar páginas para describir acontecimientos.

Desde inicios (ver primeras páginas de Shevatas en Kutchemes) el diseño a doble plancha, con viñeta de 1/3 de ancho, se vuelve dominante en una gran proporción, para destacar escenas majestuosas o sobre las que llamar la atención.

Pero es a partir de la llegada del ejército al Paso de Shamla donde alcanza su auge, para mostrar una perspectiva grandiosa que, junto a la movilidad y dinamismo de las figuras y caballos generan una sensación de movimiento que es de agradecer.

Es ese nerviosismo que Toulhoat confiesa le domina cuando quiere comunicar al lector la fuerza e intensidad de un personaje o historia.  A partir de ahí, también, pero la narración, la batalla en el último tercio del volumen, se transforma en una epopeya épica ilustrada de movimientos y rojos, acción, sangre y flechas que surcan el cielo y lo ensombrecen, furia, desconcierto, frenesí, matanza, y carnicería en exceso.

El lector de cómic sabe disfrutar estos momentos, cuánto más si es aficionado al personaje del cimmerio.

Es este un cómic pensado para blanco y negro.  La densidad de las tintas y sombras así lo definen; tal es el estilo del propio autor, que se confiesa un fanático declarado del b/n. y así concibe las imágenes en su primer pensamiento.

Pero el color no lo desmerece; al contrario, le otorga una dimensión diferente, otra mirada.  En la medida que es el propio dibujante quien lo concibe y aplica, sabe cuándo va a apoyar la tinta o no, completar el dibujo, o comple-mentarlo.  En este caso, con predomi-nio de los tonos rojos y distintos matices de arena.  Como dice, es otra faceta, y dos placeres en realidad. Cada uno que opine según sus gustos y preferencias, que opciones hay para ambos:

Como el resto de la colección, Glénat ofrece «Le Colosse Noir»  en dos versiones:

  • A todo color.           72 págs. 24    x 32 cms.
  • En blanco y negro. 72 págs. 27,5 x 36,8 cms. siendo ésta última edición de coleccionista, de tamaño superior  y tirada limitada a 1000 ejemplares.

Como complemento a las 64 páginas de la BD, incluye 6 láminas con la versión del personaje de otros dibujantes: Yoann Guillo, Djet, Julien Carette, Julien Télo, Thibaud de Rochebrune, y Alexis Sentenac.  Y, por supuesto, el artículo que pone obra y autor en situación y tiempo, a cargo del entendido Patrice Louinet.

En él cuenta cómo «La Máscara de Fu Manchú«, de Sax Rohmer pudo ser referente para Natok, el Velado.  También que las dificultades financieras que atravesaba Weird Tales llevó a F. Wraight, su redactor jefe a ser más permisivo en materia sexual.  Fue cuando contrató a Margaret Brundage para dibujar las portadas, una especialista en desnudos femeninos.  REH acababa de vender «La Reina de la Costa Negra«, el relato con el que había llegado más lejos en cuanto a desnudos y sexualidad, elementos que incrementaba las ventas de libros.  También pasaba dificultades económicas… y se subió a ese carro.  Pronto comentaría con uno de sus mejores amigos: «Uno de los últimos relatos que he vendido termina con una relación sexual, en lugar de la masacre habitual… Creo que el individuo medio tiene en su interior el deseo secreto de ser un aventurero valiente que se dedica al beber, luchar y violar«.

En una versión previa del relato (inédita) Conan rechaza la proposición de Yasmela y le pide que se vista para regresar con las tropas.  No fue ese el final publicado… ni el de esta adaptación.

 

NOTAS:

-1- La adaptación de Marvel, por Roy Thomas y John Buscema fue una de las primeras historias publicadas en «Savage Sword of Conan» («Relatos Salvajes nº 8, 2º de Conan) con tintas de Alfredo Alcalá. El resultado fue espectacular, y así ha quedado en la memoria de los aficionados, que lo recuerdan con gran cariño.

-2- Compañeros de estudios y aventuras, en 2003 decidieron realizar cómics juntos.  De esta colaboración han surgido la saga «Block 109» (5 tomos autoconclusivos), una ucronía de guerra mundial en la que Alemania domina el mundo sin Hitler, asesinado; «Chaos Theam» (2012), 4 álbumes y dibujos animados de S; y los éxitos de crítica y público «Le Roy des Ribauds» (2015), de formato histórico (París medieval, 1194) e «Ira Dei» (2018), normandos, bizantinos y vikingos en la Sicilia de 1040, con un estilo muy similar al del álbum que nos ocupa.

En España no hay publicado nada de Brugeas, y sólo algunas portadas o colaboraciones de Toulhoat, como en «Sherlock Holmes Society«, o el tomo 3 de «Elric» (fuente: Tebeosfera).  Por si alguno quiere ver más sobre el dibujante, dejamos aquí su cuenta en Instagram.

-3- Un canon de 7 cabezas es el del Doriforo, de Policleto (siglo V a.C.).   Actualmente, el más real y utilizado es el de cabezas, más esbelto, como el de Lisipo (siglo IV a.C.) y su Apoxyomenos (es el que utiliza Buscema en su adaptación, por ejemplo). El canon de 8 cabezas y media, o superior, se reserva para los dioses, como el de Leocares (s. IV a.C.) en su Apolo de Belvedere, ).

-4- Posiblemente, mejor que las de Thomas, por cuanto es conocida por todos su excesiva literalidad a los textos de Howard, que originaba repeticiones entre lo narrado y lo descrito en las viñetas.

 

LA REINA DE LA COSTA NEGRA en BD (Conan le Cimmérien, 1)

Puede que el dúo Morvan/Alary no sea el más adecuado para dar inicio a la nueva colección CONAN el Cimmerio, dada la imagen predeterminada del personaje que tiene el aficionado.  Pero se trata de un nuevo concepto, un nuevo enfoque, romper con la visión preconcebida y probar otra distinta en cada obra, diferente con cada autor.  Y diferente sí es este Conan… que en nada se parece a otras versiones, algunas magníficas, de números posteriores (4 hasta el momento)

Cuenta Patrice Louinet en el artículo que acompaña al álbum, que no es de extrañar que «La Reina de la Costa Negra» sea el relato de Conan elegido para inaugurar esta serie de adaptaciones al cómic de sus aventuras.  Y aduce varios motivos para ello.  De inicio, esa magnífica definición que hace Howard del cimmerio al inicio del relato, como personaje ajeno a la civilización, que no entiende el modo de vida civilizado, resulta ser la mejor carta de presentación de un personaje a un público que lo desconoce (1); por otro, la presencia de Bêlit, una mujer muy especial, su gran amor; pasional, carnal y salvaje, fuerte y guerrera como él mismo, un personaje único y desconocido hasta entonces, lejos de aquellas damiselas en apuros que proliferaban en los pulps de la época.  Su fiereza, el salvajismo en la relación, que suponemos y Howard deja entrever en sus descripciones, contrasta con el romanticismo de un amor más fuerte que la muerte y que le hace regresar cuando su amado más le necesita.

Por eso no entiendo -no consigo entender- la elección (ni su realización) del dúo de autores elegidos para llevar a cabo esta adaptación al cómic de uno de los relatos más significativos del cimmerio. Menos aún que sea el primero de la serie que se publica (una obra = una aventura completa = una visión = un autor).  Desconozco otras obras de Jean-David Morvan, su guionista («Estela«, publicado aquí por Norma, es la más significativa) y no puedo opinar o comparar; pero mucho me temo que ser uno de los co-directores de la colección haya podido influir en la decisión… Después comentaré más.

El dibujo de Pierre Alary («Belladona«, «Simbad«, «Mobby DIck«…) tampoco parece una elección afortunada para el álbum que inicia la serie, dado su estilo: ágil, dinámico, sorprendente en la ambientación… pero caricaturesco, poco realista y rostros de animación (no en vano, trabajó para Disney).   Quizá fue por eso que el álbum 1 y el 2,  «El Coloso Negro» (ver aquí), muy diferente a este, aparecieron al mismo tiempo.  Por suerte o desgracia, el estilo gráfico de Conan viene predeterminado por ese canon realista -maxi-realista- que implantó Frazetta y continuó Buscema y, como tal, se encuentra imbuido en la mente del aficionado, que podrá aceptar variantes, pero difícilmente variaciones extremas.  Ese fue también el fallo de «Dark Horse» (además de abandonar la promesa de adaptar sólo relatos originales de Howard o sus fragmentos): utilizar un dibujo experimental y atípico.  Cuando quisieron recuperar el canon ya era tarde.

Ruinas en el Zarkheva

Alary es un dibujante con persona-lidad.  Construye paginas de impacto, con esa gran agilidad y el dinamismo que imprime a sus figuras y un detallismo impre-sionante a sus construcciones (su rereación de la ciudad perdida en la selva, semi-inundada en el río Zarkheva es hermosa y brillante). Todo su trabajo destila aciertos, sus rostros impresionan y transmiten sensaciones… pero ese trazo tan personal (en ocasiones me recuerda a Tha, el gran Joseph August Tharrats i Pascual) no es apropiado para Conan: cuesta trabajo introducirse en su propuesta para el personaje y la historia.  Cuando se le revisita, en una segunda mirada, superado el impacto inicial, la percepción es distinta, comienzas a apreciar y valoras la intensidad de sus miradas y expresiones.  Pero se hace muy difícil sentir la sensualidad y fiereza que genera una mujer-volcán como Bêlit si en ella vemos a Pocahontas; o el terror de una criatura, el mono-demonio, si nos recuerda a «Sulley«, de Monstruos S.A… Frente a una representación genial de unos corsarios negros con máscaras y calaveras para influir terror en el enemigo, no encuentro suficiente limpieza de trazo en unos dibujos de páginas completas repletas de viñetas, que terminan perdidas en el diseño general, poco nítido, aunque de gran impacto visual.

Tampoco JD.Movan consigue introducirnos en la genial historia de Howard.

Ni tan siquiera al principio, esa carta de presentación única que confecciona el autor tejano, diluida en una primera página en la que destaca una visión soberbia de la ciudad de Argos sobre enormes acantilados rocosos (-2-) en lugar de la personalidad del bárbaro, que debía ser la esencia del mensaje.  La narración en off y no en conversación con el capitán TiTo, hace también que el mensaje pierda impacto, aunque a cambio conseguimos una imagen impactante de Conan y su caballo cayendo al mar desde la ciudad elevada (otra de las muchas licencias artísticas que no se contemplan en la historia original).

Esa magnífica oportunidad perdida de definir al cimmerio con sus propias palabras y hechos se pretende compensar, más adelante, con una página completa en la que se describe su ferocidad con una cabeza cercenada del cuerpo en primer plano y escenas de guerra… mientras el texto relata los distintos estados por los que navega el Argus, siempre un poco más al sur, antes de encontrar al Tigresa. Y aunque la batalla posterior está bien narrada, de forma intensa e impresionista en su estilo -incluso la reacción de Bêlit en el combate-, su posterior danza de apareamiento deja mucho que desear en cuanto a sensualidad y erotismo…

Danza de apareamiento de Bêlit

Encuentro otras carencias en la adaptación: no hay más personajes que Conan o Bêlit: en las 48 págs de la adaptación, N’Yaga apenas aparece en un par de viñetas; a N’Gora ni se le ve, ni se le cita…  La batalla en solitario contra las hienas en las ruinas, se ha perdido… y la aparición espectral de la pirata shemita carece del más mínimo dramatismo.  Puede que si lo haya -a su estilo- en la escena de la masacre en el barco, cuerpos destrozados por el mono-demonio y la visión desgarrada de su amada, mutilada y colgando del mástil.

No se trata de hacer comparaciones.  No tiene sentido hacerlo cuando se busca obtener una nueva visión del personaje, un nuevo enfoque (cada cual que obtenga sus propias conclusiones).  Pero tampoco podemos evitar hacerlas…

Y, aunque contiene aciertos visuales, ésta no es -ni por asomo-, la mejor adaptación de La Reina de la Costa Negra.  Más completa me resulta la tan denostada de Dark Horse, por Brian Wood con dibujos de Becky Cloonan, una adaptación sombría y oscura, y una Bêlit más dura y voluptuosa…  Pero ninguna será como la de los maestros Roy Thomas y John Buscema para Marvel: con ser la más fiel, completa y romántica de las adaptaciones al cómic (con una duración similar a la actual, 52 páginas) es la que, a mi entender, quedará para siempre en la memoria del aficionado.

El regreso de Bêlit desde la muerte

Junto a las 48 páginas de la adaptación en viñetas, la edición de Glénat incluye, en esta primera tirada, un bono de 16 páginas extras, dedicadas a los interesantes comentarios de Patrice Louinet (cuatro dedicadas a la génesis del personaje, tres al relato adaptado, con numerosas ilustraciones de Alary) y un portafolio de Conan por  otros cinco autores conocidos: Roberto Ricci, Andreas, Didier Poli, Gess y Tanino Liberatore.

El álbum «La Reine de la Côte Noire» se edita por Glénat en Francia en dos ediciones:

  • A todo color.           64 págs. 24    x 32 cms.
  • En blanco y negro. 64 págs. 27,5 x 36,8 cms.

Ojalá veamos pronto la colección en España… hasta el momento, sin confirmar por ninguna editorial.

NOTAS:

-1-.  No puedo estar más de acuerdo con él.  La narración en primera personal del bárbaro (Howard no utiliza nunca este término para referirse a Conan), incapaz de comprender al juez que le conmina a traicionar a unos amigos, con un discurso plagado de deberes hacia el estado, la sociedad y cosas similares que no puede entender… hasta que, harto de su insistencia, decide que el hombre está loco, saca su espada y abre en dos el cráneo del juez es toda una carta de presentación del personaje.

Curiosamente, REH utiliza una experiencia personal (con otras consecuencias), descrita en «Post Oak and Sand Roughs» (una especie de autobiografía de juventud bajo el personaje de Steve Costigan), cuando llega tarde a la oficina en en su primer día de trabajo en Redwood  y su jefe, un mal bicho, se lo recrimina con excesiva superioridad y condescendencia, y el reacciona y se balanza hacia él. («Ambición a la Luz de la Luna y otros textos autobiográficos», págs. 241-246, publicado por GasMask Editores, 2017)

-2-.  Otro fallo de concepto: la orografía descrita aquí hubiese impedido a Argos ser uno de los puertos comerciales más importantes de la Edad Hiboria, como lo era.

 

 

 

 

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