Club de Lectura Geralt de Rivia. Revisitando a Sapkowski (I)

Entre las actividades de Termal (Tertulia Malagueña de Ciencia Ficción y Fantástico), y aprovechando la noticia de que HBO va a realizar una serie de televisión sobre las aventuras de Geralt de Rivia, El Lobo Blanco, El Brujo (Wiedźmin, The Witcher), el carismático personaje creado por el escritor polaco Andrzej Sapkowski, varios de quienes en su día quedamos entusiasmados con la obra, decidimos volver a leerla y rememorar, después de años, las emociones que sentimos entonces y compartirlas en grupo, en el Club de Lectura de la Termal, creado para ello.

Como primera experiencia abarcamos el llamado Ciclo del Brujo, los dos primeros libros, «El Último Deseo» y «La Espada del Destino», que forman un «corpus literario» propio dentro de Canon, previo a «la Saga«, y al que, necesariamente, ha de añadirse «Estación de Tormentas», pues cronológicamente transcurre entre ambos.  Y ha supuesto una experiencia fantástica:

Retomar -tras más de diez años- un personaje y obra que me entusiasmaron en su día, conllevaba riesgos. ¿Soportaría bien el paso del tiempo, las nuevas tendencias?  ¿Conservaría esa misma frescura y novedad en estilo y lenguaje que tanto sorprendió? Sin duda.  Sapkowski no cambia, no envejece.  Tampoco Geralt.

Una segunda lectura de aquellos volúmenes, con la experiencia y bagaje del conocimiento posterior (aparte del éxito de los vídeo-juegos «The Witcher«) me ha supuesto recobrar las vivencias y emociones de entonces, la frescura de sus planteamientos.  Y ese lenguaje tan personal y apropiado con el que Sapkowski consiguió romper los envarados esquemas narrativos vigentes hasta entonces, para configurar y dar forma a un nuevo estilo de escritura, popular y vibrante. El lenguaje como herramienta. Utilizado para introducir al lector en la variedad y normalidad de un mundo imaginario, al que otorga cercanía y visos de realidad, mediante el uso de faltas de ortografía en los diálogos, construcciones sintácticas imprecisas e incorrectas, giros anacrónicos del lenguaje, con los que diferencia gente culta de la no formada, alta alcurnia y baja sociedad o el pueblo llano; diferente, además, en cada localización geográfica.  Su éxito en España (más que en el mundo anglosajón antes de los video-juegos), debe mucho a esa excelente labor de adaptación que realiza su traductor, Jose María Faraldo, felizmente reconocido como primer valedor del autor en nuestro idioma

Pero sumergirse en el Ciclo del Brujo supone también experimentar una vuelta a esa cercanía olvidada de nuestra infancia; un regreso a los orígenes literarios de aquellas obras que subyacen y duermen en nuestra consciencia temprana como lector u oyente, aquellos cuentos tradicionales que (a los más afortunados) narraban nuestras madres, abuelas o ayas antes de dormir, o hemos descubierto después, en esos primeros pasos y titubeos como lector incipiente.  Cuentos que suenan a Hans Christian Andersen o Hermanos Grimmrecopiladores de una cultura y acervo popular que se hubiese perdido de no mediar ellos; nunca le estaremos bastante agradecidos por esa labor.  Cuentos que reviven, renacen como guiños, sugeridos o explícitos, entre las páginas de El Brujo en este primer ciclo de sus aventuras, recubiertos ahora de una pátina de dureza, ironía, crueldad incluso, de tintes adultos, mas no por ello menos reconocibles.  Por eso Geralt, un brujo, un extraño, un mutante, nos llega a resultar tan cercano, sus historias tan nuestras. (Merece la pena que dediquemos una entrada concreta a desarrollar este punto).

No sólo cuentos tradicionales. En la obra de Sapkowski, claramente identificada como de Fantasíavamos a encontrar también personajes extraídos de los mitos y leyendas centroeuropeas, elfos, enanos, medianos, gnomos y trolls, tan habituales en el género desde la irrupción arrolladora en el mercado de «El Señor de los Anillos» de J.R.R. Tolkien, sin duda una de sus influencias, aunque no la única. ¿Por qué hablar  entonces de renovación de un género, encastrado hasta ese momento en los mismos clichés repetidos hasta la saciedad, si él también los utiliza?  Recordemos y pongámonos en situación:

Tradicionalmente, y en especial desde los ochenta, el género de Fantasía se había dividido en dos vertientes. Grosso modo, y sin ser excluyentes:

  • La Fantasía Épica, que seguía un esquema tolkienieano (sin llegar a Tolkien), con personajes similares a los de la Compañía del Anillo y desarrollos un tanto maniqueos de enfrentamientos grandiosos entre el Bien y el Mal, éste último personificado en un Señor Oscuro superior, su representante en la tierra o un objeto, a los que se ha de destruir.  Por lo habitual, de tono más ligero en las relaciones, y protagonistas adolescentes,
  • La Fantasía Heroica, o de «Espada y Brujería«, con planteamientos algo más complejos y adultos; los personajes y situaciones no se definen en tonos absolutos, blanco y negro, Bien o Mal, sino que admiten y se mueven en una gama amplia de tonos grises, dominados por las pasiones humanas, no necesariamente siempre honorables, pero naturales.

Desde los ochenta y hasta mediados de los noventa, el ganador indiscutible a nivel comercial, al influjo de los juegos de rol, había sido una Fantasía Épica cuyo mayor exponente eran las «Crónicas de la Dragonlance» de Margaret Weis y Tracy Hickman, con sus múltiples derivados. 

La Fantasía Heroica había domina-do la década anterior con  las reediciones de «Conan», de Robert E. Howard, y su renacimiento en pastiches no siempre afortunados, «Elric de Melniboné», de Michael Moorcock, y «Fafhard y el Rato-nero Gris», de Fritz Leiber  entre otros (en este tiempo, destacaría «La Compañía Negra», de Glenn Cook, aunque sin el éxito comercial de los antes citados).

Así las cosas, utilizar razas no humanas (pre-humanas) en un libro de fantasía heroica para adultos requería un tratamiento diferente sobre las mismas. Y Sapkowski lo da:

Aunque los enanos mantienen un plano de cierta dignidad frente a los humanos, por su capacidad de trabajo, combate y para el comercio, incluso poseen la Banca  Vivaldi posiblemente gracias a la minería de piedras preciosas en las montañas de Mahakam (¿recordáis «Blancanieves«?), el resto de razas inteligentes de sangre antigua, derrotadas en el enfrentamiento con los humanos cuando éstos llegaron al continente 500 años atrás, sufren discriminación y racismo, o se ven obligados a vivir relegados a zonas desérticas o deshabitadas:

  •  Las dríadas -o rariesposas– son algo así como amazonas ecologistas, recluidas en el bosque profundo y mágico de Brokilón, temidas por los humanos que se acercan hasta sus lindes y caen, indefectiblemente, abatidos bajo sus flechas certeras.  Como las amazonas clásicas, se cruzan con hombres o elfos para obtener descendencia, y sólo conservan las niñas surgidas de esa unión, para perpetuar la especie; en su decadencia, raptan también pequeñas humanas, que integran y hacen una de ellas. 
  • Algunos Aen Sidhe (elfos) optan por vivir en ciudades (los Aen Elle habitan en otra dimensión); pero son pocos los que logran convivir con normalidad entre humanos.  Hay zonas del continente en las que lo hacen recluidos en guetos, odiados bajo un racismo que les teme y no comprende, mientras ellos mismos temen una revuelta que les elimine. Y el odio, fruto del miedo, crece.  Otros se esconden en bosques del confín del mundo, en Dol Blathanna, «El valle de las flores»lugar fértil como no hay otro; pero sin medios para alimentarse y con miedo, se ven obligados a robar para sub-sistir.  No tardarán en agruparse en guerrillas Scoia’tael, en lucha contra la discriminación de los humanos.
  • En Novigrado, capital del mundo, centro y cuna de la cultura y el comercio, habitaban los vexling, doppler o mímicos, seres inteligentes originarios de la zona, capaces de adaptar su forma y replicar la de cualquier humano; ahora se han extinguidos, o eso se cree.  La presencia de un superviviente en la Ciudad del Fuego Eterno, da lugar a un tratamiento diferente, ingenioso como pocos, en la resolución del conflicto que podría generar. 
  • Tampoco el trato que se da a vampiros, lobisomes u otras bestias inteligentes resulta el habitual.

Otra novedad que aporta Sapkowski a su obra y contribuye a revitalizar una Fantasía heroica enquistada, es el cruce de géneros (o subgéneros), la introducción en la trama de monstruos y tópicos más propios de una obra de terror.  Sí, ya lo hicieron antes Robert E. Howard y otros.  Pero, salvo honrosas excepciones en Solomon Kane, la mayoría de éstos son demonios lovecraftiano, originarios de los Mitos de Cthulhu, bestias gigantes y desproporcionadas o restos de un pasado ya extinto.  Aquí, por lo general son monstruos comunes, más cercanos, casi familiares, nacidos del miedo y la leyenda tradicional, incluso típicos de una película de la Hammer; monstruos frutos de la mutación de un entorno natural contaminado por la presencia creciente del hombre, cuando no originados por la ciencia y experimentos genéticos de la Hermandad de Hechiceros, en pro de la investigación y búsqueda del conocimiento, en  un beneficio supuesto para la humanidad.  Y eso es ciencia… ficción.  También, junto a la magia declarada de hechiceros y magos, aparecen leves toques steam-punk, en el uso de artilugios imposibles en un mundo de corte medieval, artefactos en parte anacrónicos para esa edad indeterminada que podríamos situar en las postrimerías de la Baja Edad Media, o una Edad Moderna incipiente.

En todo caso, conviene destacar que, pese a que la función de un Brujo, la profesión de Geralt, es la de cazador de monstruos y su presencia constituye un leitmotiv recurrente en las tramas, éstos no se convierten nunca en el corazón de las historias, basadas más en los sentimientos y relaciones humanas del propio Geralt y las personas que le rodean, o  un análisis sociológico de los colectivos con que interactúa.  Y en ellos, la rareza del personaje principal, su distanciamiento con la «humanidad natural» le confiere esa perspectiva alejada que facilita y permite un análisis objetivo de las situaciones. También le otorga un punto de vista crítico con la sociedad, que Sapkowski aprovecha para introducir esa fina ironía y crítica social ácida que le caracteriza, sobre temas que, en una obra de fantasía, resultan de rabiante actualidad: discriminación y racismo, ecología, feminismo, el papel de la mujer en la sociedad, el aborto, la manipulación genética, por no decir ya su visión nefasta de la política o la justicia y quienes detentan su ejercicio y el poder.

Y, tras tanto hablar, nada he dicho de los personajes…

Parece que, para no hacer demasiado extenso este comentario, la revisita a Geralt de Rivia y Sapkowski va a requerir una segunda entrada.

GERALT DE RIVIA: ESTACIÓN DE TORMENTAS, de Sapkowski

Ficha Geralt EDTGeralt de Rivia regresó, al fin.  Y con el regreso del Brujo, del Lobo Blanco -aunque sea un regreso al pasado, su pasado-, terminaron los miedos, las dudas e incertidumbres, y la verdad ha quedado desvelada: Sapkowski sigue siendo Sapkowski; el autor polaco ha sabido mantener el pulso del personaje.  No sé que opinaréis vosotros, pero a mí no me ha defraudado, y al terminar su lectura me quedan buenas vibraciones.

geraltderiviaPorque, sin ser su mejor novela, y pese a las sensaciones contradictorias de inicio, Estación de Tormentas consigue ser una obra del personaje, no un pastiche, algo añadido o fuera de lugar.  Por el contrario, sabe ocupar un hueco en su trayectoria, en un momento concreto de su vida.  Y este no es otro que tiempo antes del relato La Espada del Destino, que preludia lo que hoy se conoce como La Saga (desde La Sangre de los Elfos a La Dama del Lago, aunque se gestase antes); en él, Geralt rememora (entre otros) la figura de Lytta Neyd, Coral, en un párrafo donde ya se esboza la historia que da origen a esta novela (pág.244), que yo sitúo entre los relatos El último deseo (final del libro I, al que da nombre) y Las fronteras de lo posible (que abre el libro II). En el primero, Geralt conoce y da inicio a su relación con Yennefer; en el segundo, se narra su reencuentro -deseado, apasionado, pero imposible- y su nueva separación. Entre ambos han transcurrido cuatro años… Demasiado tiempo de historias y aventuras no narradas, cacerías de monstruos o poemas sin escribir, amoríos y vivencias inexploradas, relaciones del protagonista con nuevos personajes, que Sapkowski puede ir contando ahora, en un tiempo más joven, en el que el albino todavía era libre de su destino; un tiempo convulso, también, pero más sereno que el ya dominado por la guerra inmensa y cruel de Nilfgaard, donde los personajes y sus vivencias apenas pueden ser ya los protagonistas de la historia.

Lytta_neyd

Lytta Neyd, en wiedzmin.wikia

Y entre los personajes de Estación de Tormentas, destaca sin duda Coral, la hechicera Lytta Neyd, digna sucesora de Yennefer de Vengerberg o Triss Merigold en otros episodios de la vida del brujo, tan cargada de fuerza, belleza y juventud (pese a sus muchos años), deseo, inteligen-cia y planes propios como las anteriores.  Un carácter femenino bien definido (incluso Mozaïk), con el que Sapkowsky demues-tra que mantiene intacta su capacidad de crearlos. Interesantes también los masculinos (pero menos atractivos, como podéis imaginar con sólo ver la extraordinaria portada de Alejandro Colucci), como el también hechicero Algernon Guincamp, Frans Torquil, o el enano Addario Bach (no era Zoltan Chivay, como parecía);  y algún que otro monstruo terrible, a la par que adorable…  Por supuesto, no falta Jaskier; ni una breve aparición de Yennefer, aunque a distancia y lejos, sin cruzarse en persona con nuestro brujo (me encanta los duelos de palabras de las hechiceras cuando enfrentan); su aparición no me parece forzada, como alguien dijo, sino que la veo como un guiño al recuerdo, la nostalgia, y determinante en la resolución de la motivación principal del héroe en esta historia.

Portada del avance a la edición

Portada del avance a la edición

Una historia que Sapkowski presenta en novela completa en lugar de relatos separados, como hacía al inicio, cuando narraba hechos ocurridos en los tiempos donde ahora sitúa la acción; aunque no se trata de una historia seguida y continuada en orden secuencial, sino compuesta de episodios diversos que el autor enlaza entre sí, como círculos (no concéntricos, tal vez elípticos) que se cierran en sí mismo y por separado, pero que engarza bien hasta conformar un volumen natural… y abierto. Una historia que sitúa de inicios a Geralt en Kerack, donde cae de lleno en la trama (y la cama) que le tiende Coral, y donde pierde sus espadas de brujo… Y es en la búsqueda de sus armas, y mientras cumple el encargo de la hechicera, que se verá trasladado a otros sitios, todos fronterizos: Rissberg, entre Cidaris y Temeria, un castillo de hechiceros no controlados por el Concilio; Piedemonte, una franja boscosa entre Temeria y Brugge; Ribera, provincia limítrofe de Redania, en la confluencia de ambos brazos del río Pontar, que expande sus límites dentro de Temeria; y, tras un accidentado periplo fluvial por el gran río hasta Novigrado, regreso a Kerack por mar; para terminar en algún lugar del camino hacia Wyzima.  Además de una aparición extra final por… ¿el futuro?.

Mapa acción EdT

Lugares por donde discurren las aventuras (detalle del mapa de CD Projekt RED)

La novela se lee bien, sin que el interés decaiga.  Al menos, así ha sido en mi caso, que -ya sabéis- la cogía con ganas y he leído de un tirón. La historia está bien construida, con personajes que no desentonan. Geralt continua siendo el mismo cínico descreído de siempre, tal vez algo más borde que antes en sus respuestas, y eficiente como pocos en su trabajo, lo que le lleva a mantener una actitud crítica y distante con el orden social establecido, que admite, pero se pasa por el forro; también a las mujeres, entre las que triunfa -tal vez por ese toque de distinción que le confiere su rareza- y después abandona sin una palabra de adiós; eso sí, como todo un caballero sin sentimientos: con una carta y una flor.

Jana Komarkova - Ed.Checa - Lytta

Ilustración de Jana Komárková para la Edición Checa

No deja de ser curioso el papel que Sapkowski otorga a las mujeres en su obra, ambientada en una sociedad medieval de corte machista, donde serían poco importantes.  Pero el polaco no les reserva un rol secundario, inútil, ni las supedita al varón, aunque también las haya; sus féminas poseen poder, determinación, iniciativa y decisión sexual, influencia, y, por lo general, más inteligencia y recursos que muchos hombres, sin que ello las sitúe en un nivel superior por defecto. En sus escritos predomina un trato igual, sea cual sea el estatus que ocupen, aunque no alcancen el de hechicera (el más alto nivel de reconocimien-to  y respeto civil, por el poder que atesoran tras años de estudio y sacrificio); aquellas que no lo consiguen y caen por el camino, terminan siendo juezas, abogadas, u otras profesiones civiles de prestigio; también las iguala a los hombres si ellas destacan en el aspecto físico (aunque, como a éstos, a cambio de un menor brillo en inteligencia), y las dota de expresiones y actitudes chabacanas o de baja estofa, incluso soeces (sin que pierdan por ello nobleza de espíritu), como en el cuerpo de guardia de la ciudad.

The Wtcher 3 - BestiaEn este aspecto Sapkowski sigue siendo el de antes, por mucho que al principio plantee dudas.  Por supuesto, ya sin aquella frescura que antaño rompiera moldes con propuestas renovadoras y originales, hoy conocidas; pero un Sapkowski que cumple expectativas con ingenio, un lenguaje autóctono adaptado, y la crítica social de actualidad trasladada a su mundo imaginado (en este caso, posicionamientos sobre el aborto, el papel e intereses de las corporaciones (y el Capítulo de Hechiceros lo es), la fabricación de armas y experimentos genéticos en pro de un supuesto bien para la humanidad…); o ese toque de sensibilidad y nostalgia que impregna su obra (puede que sin alcanzar los niveles de La Espada del Destino, para mí su mejor historia).  Pero, sobre todo, una narrativa ágil que se agradece, y una descripción excelente de lo narrado, que introduce al lector en situaciones a través de los sentidos, hasta el punto de que no sólo consigue hacernos ver en la imaginación los hechos, sino incluso oler el entorno y palpar sus texturas.  En ello, el polaco mantiene su posición de maestro.

Portada Sezon BurzPero a mi entender, su mayor acierto consiste en superar esa tentación palpable de proseguir las aventuras del Brujo donde quedaron, desvelar la incertidumbre de su final misterioso (sin renunciar a hacerlo en un futuro, como veremos), para componer un nuevo regreso a los orígenes –los suyos, los del personaje– desde el que partir hacia aventuras nuevas que aún quedan sin contar. Porque hay espacio, hueco de tiempo y posibilidades de hacerlo, de explorar la personalidad del albino y sus sensaciones cambiantes, sus sentimientos truncados -tal vez no tanto- por la Prueba de las Hierbas y sus cambios, los elixires secretos y sus condicionamientos, antes de verse envuelto en los planes de ese Destino que marcó su devenir.

Nimue, de Robert_Blutengel_Łada

Nimue, de Robert «Blutengel» Łada

Por eso, y porque el personaje (con todo su entorno comercial añadido) es más fuerte que la decisión inicial de su autor, pienso que aún leeremos más aventuras del Wiedźmin, el Brujo, el Lobo Blanco, ambientadas en este tiempo pre-Saga, este retorno hacia atrás.  Sin descartar el avance hacia el futuro que se intuye en el último episodio, 127 años después de los hechos, 105 tras el incierto final, donde aparece Nimué camino de Aretusa, y se habla de cuentos y leyendas, de héroes que regresan cuando se les necesita… mitos que evocan al de Arturo Avalón, enlazado también con Nimué, la Dama del Lago.

Quizás un sueño.  «Un sueño muy raro…» , en una Estación de Tormentas.

Pero los sueños raros avanzan la realidad… y fue en un sueño raro donde Geralt  se despide de Calanthe, y  conoce al fin a Visenna

«El cuento se alarga.  La historia nunca termina.»

GERALT DE RIVIA. Reflexiones y espectativas ante ESTACIÓN DE TORMENTAS

EstacionTormentas-LittaNeydNo acostumbro a escribir sobre una obra antes de su lectura o publicación, salvo que lo haga tras conocer su versión original.  Pero habiendo sido desvelada su excelente portada -en orden a las anteriores de Alejandro Colucci, aunque con algo más de color en el fondo (ver aquí)-, que da imagen a la intrigante y seductora Lytta Neid, llamada Coral por el color de sus labios, una de los catorce caídos en el Monte Sodden –un personaje que Sapkowski recupera de entre las páginas de La Espada del Destino trece años después-, no he podido sustraerme a la tentación de reflexionar sobre este regreso de Geralt de Rivia, un personaje extraordinario y renovador, que había obtenido su final (algo incierto, misterioso y abierto, sin duda, pero necesario y muy por encima de lo que otros consiguen, exprimidos sin piedad), y lo que éste regreso pueda suponer para una saga excelente que todos dábamos ya por cerrada.  Y a una semana escasa de la aparición en España de Estación de Tormentas rememoro lo publicado en julio tras la lectura de sus primeras 30 páginas de avance, y mis reflexiones de entonces tras investigar los comentarios de los aficionados polacos, sus más fervientes seguidores y los primeros que la disfrutaron (ver publicación aquí). Y  junto a unas ganas enormes de recuperar al Wiedźmin y disfrutar su lectura de nuevo, lo que encuentro son sensaciones contradictorias:

  • Miedo. Porque el personaje ha superado y trascendido a su creador. Porque su éxito (en otros medios) ha sido muy superior al de su autor con otras obras, y éste se haya visto forzado por ello a recuperarlo para mantener su estatus (y unas buenas expectativas de nuevos ingresos); y porque, al hacerlo, haya profanado su propia obra, su primera decisión. Porque este regreso suponga la repetición de hechos y aventuras previas, con personajes y situaciones distintas. Porque aquel maestro que renovó el género con sus propuestas eclécticas e innovadoras, el uso de un estilo narrativo y un lenguaje popular que rompió esquemas, considere ahora oportuno forzarlo y derivar hacia un exceso del mismo, en ocasiones soez, a juzgar por lo que vimos en el avance.  Y porque la falta de su traductor inicial –Jose Mª Faraldo, quien con su trabajo y experiencia sobre el terreno polaco tanto contribuyó a su traslación al castellano-, nos haga sentir ahora algo diferente…
  • Confianza. En que, al menos en las novelas, el personaje se mantega en manos de su creador, no convertido en franquicia abierta al vaivén comercial; y continúe siendo éste quien decida su futuro (o pasado, en este caso). En que, pese a lo leído en el avance publicado en castellano, se confirmen los comentarios de los seguidores polacos quienes opinaron que, si bien al principio de Estación de Tormentas parece un Sapkowski distinto, muy lejos de aquel que fue, con el paso de los capítulos cambia y vuelve a coger el tono y ritmo del personaje. Y…
  • Esperanza.  En que el genio de Sapkowski me haga sentir de nuevo momentos intensos y refrescantes, con las aventuras de aquel brujo novedoso de los comienzos, en El Último Deseo y La Espada del Destino.  Porque, curiosamente, es ahí donde el autor ha decidido volver con Estación de Tormentas, hacia aquellos tiempos antes de La Sangre de los Elfos, previos a la gran saga de Ciri que cambió su devenir y su vida, libre hasta entonces, se viera atada por el destino.  Y es que, pese a los grandes momentos que consigue en libros posteriores, su ironía y crítica, sus geniales descripciones de actualidad trasvasada a un mundo imaginado, siempre preferí al Wiedźmin de los relatos cortos al de las largas historias, más fresco e inesperado que después, en la saga.  Y en eso confío y tengo puesta la esperanza.

Confío en que mis expectativas se vean cumplidas.  Porque ganas de disfrutarlo no faltan, y espero su llegada casi con las mismas ganas que las siguientes obras de Martin o Rothfuss.  Ojalá que mi deseo no sea el último.